La pasión apasionada lo desapasionó.
Observaba, veía pasar, anotaba, protestaba, gritaba, remaba, cantaba, construía, levantaba por la mañana la deconstrucción nocturna. Los enanos crecieron y se jodió la charlotá.
Vio la película del futuro y se miró, había un error en la lista designada, pero no dijo nada. Quizá le dio miedo, quizá se dijo nadie se enterará.

Entró en la facultad de gestión, sin facultades para descongestionar. Y matemáticamente la porra era suya, pues en el sombrero todas las papeletas tenían su nombre.


Mira si le puso pasión que hasta le dijo lo fácil que era trabajar por un plato de garbanzos, que eran tan tiernos que apenas le quedaba tiempo ni ganas de hacer otra cosa, trabajar de esclavo y comer los garbanzitos, tiernos, tiernos.
La pasión del comienzo, jodiendo se pasó. Sus asuntos cercanos le dieron sin por el sin cerca y acabó desapasionándolo. Y es que tiene cojones el pájaro ese, el que se presenta como caballero, don dinero y sólo es manipulador de escuderos.
Mira que ponerse a regar ahora. Toma uno prestado hombre, como con todo. Ya llegará otro que te desquite.
Al final el sastre, es quien corta la tela, como siempre.