SALPICADURAS

Aquí os iré agregando los textos correspondientes al libro de relatos, SALPICADURAS.
Colaboración entre el Bluesman y el  Troglo. Aparecido por los albores del capicúa 2002.







A CONTINUACIÓN COMIENZAN A APARECER LOS RELATOS CON SUS VIÑETAS.

Las Ilustraciones pertenecen a: 
                                José Luís Martínez REBOTE.
Y está dedicado a ANILÓ.Sin ella no hubiera existido.


(RELATO 5º)MI SUEÑO...SE PIERDE EL TREN.
      Hoy no es un día cualquiera. Hoy mientras me sujeto de la barandilla, mientras miro el resurgir del paisaje, del correr de los árboles, paseándose monótonamente delante de mis ojos. Veo surgir mil ideas, mil imágenes, incontables momentos pasados. Con la mirada perdida se fija en mis pupilas el reflejo del calendario colgado en la pared de enfrente, se filtra por encima de mis hombros. Es un calendario publicitario, de los que gusta tener a Anastasio. Resalta, con grueso trazo rojo en forma de círculo a su alrededor, el día de hoy. No, no es un día cualquiera.
         Pudiera haber sido uno más de los que me ausentaba de mi trabajo para desplazarme a la capital a arreglar algún asunto papelario de esta tan papelaria sociedad que estamos creando.
         Pero no, no es así, sí he ido a arreglar un papelucho, pero es el del fin de mis sueños, de mi trabajo también, pero principalmente de mis sueños, de nuestros sueños. Porque también a Anastasio se le acaban los suyos, por eso estaba tan señalado este día, tristemente señalado. Dice ser el 30 de Abril de 1969, ¿y bien? os preguntaréis. No, nada, si no fuera porque éste es el último recorrido que hago sujetándome a esta barandilla. Barandilla tan cercana al cristal que parece fundida a éste, cristal maravilloso: permite observar la naturaleza a su través, las primaveras. Que me resguarda y me da seguridad frente al frío. En fin, barandilla cristal, cristal barandilla todo con vaivén propio, arraigado y emotivo, casi cómplice con nuestro interior.
         Es el último paseo de Anastasio, que por su edad tampoco pasará a otro puesto. Él, acomodador-revisor, durante toda su vida, dedicada a esta magnífica profesión; servidora como guardabarreras en el paso de este caballo mecánico por la villa de Trigueros. Como pudiera haberlo sido en otro sitio disfrutándolo por igual.
          Un día cualquiera para todos, pero muy especial para nosotros, o por lo menos para los amantes del tren. Hoy se pierde otro sueño de ir y venir. De surcar kilómetros de vías, de campos, de árboles, de pasar momentos deleitándonos nuestra profundidad. En su camino, además, traslada gente que buscan llegar a su destino. Quizás, la premura en llegar al destino sea el mal que hará desaparecer este fantástico transeúnte mecánico.
         Hay más cosas importantes en un tren que la simple necesidad de llegar a un destino, de llegar a una hora marcada en una agenda. Nos arrepentiremos de esta pérdida. Como hay que ser competitivos...
       Como hay que ser competitivos, competitivos...
       Competitivos...   ...Y así habló el Sr. Ministro de Economía desde Bruselas... Fue todo desde Cadena Noticias. Piii...Piii...Piii... Son la una de la tarde...
      - ¡Eh oiga! Hemos llegado. Despierte. ¿Usted no se baja aquí?.
      - ¡Ah sí!. Perdone, no me di cuenta del tiempo, perdone usted.
      - ¿Qué te pasó Rosario?
      - Nada. Me dormí. ¡Ha estado bien, el último paseo en tren!.¡Verdad!.
      -¡En tren, dices!. Tú estás soñando. Será en autobús.
      -Sí, soñando. Déjame a mí, con mis sueños.


              ¡A que son hermosos los sueños de Rosario!
                       Luchemos por nuestros sueños.


(NOTA DEL AUTOR.Relato publicado en Historias de Aquí.'99.Después recogido en SALPICADURAS)






(RELATO 4º) UN HOMBRE DE GAFAS NEGRAS.
         Visité el otro día el convento del Carmen, donde comencé mi formación muy de pequeño; ahora llamado Centro Cívico Convento del Carmen, deleitándome con la restauración y ampliación del claustro antiguo y de la parte posterior respectivamente.
        Se han hecho grandes retoques para dejarlo, según parece, como pudo haber sido en un principio, que no como se encontraba antes de comenzar las mismas. En cuanto a estilo me refiero, pues no a su estado, el cuál era deplorable dado la dejadez reinante.
        Cuando de pronto, observo... Absorto mirando un rincón se encontraba un hombre alto, enjuto, de amplia barba aunque cuidada, melena recogida en coleta y gafas de sol. Dicho personaje me resulta conocido.
        Surge en mí el ansia de acercarme a él, preguntarle y así salir de dudas. Está parado desde hace largo rato en ese lugar.
        Cuando estoy a punto de romper la barrera que me impide tomar contacto con él, surge en mi mente una imagen nítida en la que aparece: dicho personaje, un niño de unos cuatro años y una mujer de corto pelo pero muy caracoleado. El niño se acerca al rincón, y delante de la imagen que allí se encuentra, deposita una lata de leche condensada. Levanta la mirada cruzándola, con la rapidez de un flash, con la imagen de la pared, la mirada del hombre alto y delgado traspasando los cristales de sus gafas negras. Por último se acerca la mujer de los caracoles.Acierta a decirle: -¿Es para él?.
     -No, es para otros niños más desafortunados que tú. Pues viven en un sitio donde no tienen que comer. Él es el mensajero encargado de llevarles estos alimentos-- Le responde la mujer.
     - El hombre le indica con el dedo-- Delante de la imagen de nuestra madre-- apuntando a la imagen del rincón-- que nos hace hermanos, te doy las gracias en nombre de esos niños y te digo que nos volveremos a ver otra vez aquí.
     De pronto casi sin percatarme de ello, me encuentro junto al señor de gafas negras.
     Al llegar hasta él me saluda. Me suelta como si nos conociéramos desde siempre:
    - ¿Te acuerdas de aquel día?. Te dije que nos volveríamos a ver. ¡Espero sigas con el corazón tan lleno de esperanza como entonces!-- dijo.
      No supe que contestarle. Le saludé cordialmente, anonadado por su presencia y claridad.En ese instante apareció la mujer de pelo corto, aunque más blanco, diciendo:
     - Veo que ya os habéis encontrado. Nada más llegar, preguntó por el niño de la lata de leche, tenía esperanza de llevárselo para que le ayudara en su ardua tarea-- dijo refiriéndose al personaje de gafas negras.
      -No puedo ir contigo, pero tal como aquella vez, delante de nuestra imagen. Para ti no sé, para mí solamente me recuerda a una madre con su hijo en el regazo, por ello en su nombre y en honor de todas las madres del mundo te digo: tienes todo mi apoyo y desde aquí intentaré ayudarte en todo lo posible para con los niños necesitados del mundo--le ofrecí.
     Él agradeció la generosidad diciendo-- estaremos en contacto, ya te llamo. Tienes mucho que aportar, al igual que mucha más gente en este mundo.
     ¡Ven tú también! Conoce el Centro Cívico Convento del Carmen. La imagen testigo está en el mismo lugar, en aquel rincón donde dos personas se comprometieron con una buena causa. Ya sabes, al fondo a la izquierda. Defiende tu causa.


(NOTA DEL AUTOR.Relato publicado en Historias de Aquí.'99.Después recogido en SALPICADURAS)




(RELATO 3º)  POR UN OLVIDO.BUUFF,QUÉ RATO.
        Lo pienso y lo vuelvo a pensar y aún no puedo creerlo. Estaba  intentando recordar lo ocurrido la noche pasada a un servidor de ustedes.
       Me veo sentado sobre mi cama, como todas las noches a la hora de dormir. Me desvisto sin ninguna anormalidad fuera de lo común. Bueno ahora que lo pienso hay algo diferente a todos los días. No es más que el dolor de pies que tengo al quitarme los zapatos, recién estrenados esta mañana.
       No lo recuerdo con toda claridad, todavía. Me observo dentro de una nebulosa que no ayuda a verme mejor para poder determinar lo ocurrido. Más bien que lo ocurrido, el por qué me ha ocurrido.
       Luces encendidas, la de la mesita de noche, la del centro de la habitación, pero ni por ello veo más claro. Supongo no es una cuestión de luz sino de claridad mental.
       Mis zapatos nuevos, eso sí, los veo brillantes. No se han arañado siquiera. Tal como una noche más me desvisto, me coloco mi pijama de punto, pues aún refresca al alba. Tiene unos muñequitos muy graciosos, pollitos saliendo del cascarón. Coloco mi vaso de agua en la mesita de noche. Bebo un sorbo del líquido.
       --¡Ah, ya tengo algo infrecuente en mí!. Bebí agua antes de dormir, cosa no habitual.
      Me recuesto sobre la cama. Un momento, algo se me olvida. ¿Qué es?. No consigo recordarlo. ¡Vaya!, apago la luz, pero sigo dándole vueltas a ese olvido, sin conseguir hallarlo. Tantas vueltas me hace coger un sueño poco profundo.
      A ver repasemos. Me desvestí. Me coloqué mi pijama. Bebí un sorbo de agua. Apagué la luz central. Seguidamente la de la mesita. Hasta aquí sólo anormal lo del sorbito de agua.
      Sigo viéndome: estoy travelado, como se dice por aquí, al no estar dormido profundamente. Aparecen unos ojos brillantes delante de mí. Centrado en un gran agujero negro. Me encuentro acongojado. Intento darme valor. Me digo a mi mismo: " no es nada, debe ser un sueño y los sueños no hacen nada". Pero ahí están sin pestañear, esos ojos, cuyo brillo parecen alumbrar a los míos directamente. Nunca había tenido este sentimiento que tengo ahora:congoja.
       ¡Un momento! estoy sintiendo un frío helador en las plantas de los pies. ¿Qué será esto?. No me atrevo a mirar hacia abajo. ¿Será ese extraño agujero negro?. Igual me está dando un soplo con su helador vahído. Me aprieto más, pero contra qué. Contra mí mismo, " la cuestión es pasar este mal momento", me digo.
      Los ojos me miran más profundamente, si cabe. Siento una gran humedad. Mi cuerpo está humedeciéndose por momentos. Es una sensación real, ¡no puede ser un sueño!. Pero yo soy una persona preparada, no puedo creer en que ésto me lo provoca un agujero negro de ojos brillantes.
     Un sonido, sí, es la lluvia lo que oigo. Parece que ha empezado a llover, sobre un cartón o algo así, estoy escuchando el sonido del agua amortiguado. ¿Será una gotera sobre la moqueta del piso?.
      Estoy notando cambiarme la sensación fría de las plantas hacia arriba, en un cambio de sentido y además esta vez la humedad es caliente.
     De pronto noto mi pie resbalarse precipitadamente, sin poder retenerlo. Buufff,  mi cabeza. ¡Qué ha pasado?, he notado un fuerte golpe en medio de mi vasta frente. Logro levantarme a trompicones, encender la luz. ¡Eureka!, ha desaparecido mi agujero negro, mi congoja disminuye lentamente.
     Pero no puede ser. Mi agujero negro se ha convertido en una persiana mal cerrada, por la que entraba los rayos de luz del alumbrado público. He sentido miedo, he temido a una persiana. Es de risa. Por lo menos ahora.
      Me observo, me miro, sin podérmelo creer.¡Qué desastre!, acabo de verme el inmenso chichón de la frente, además hacia un lado. Para mañana servir de guasa: " ¿te están saliendo?..." me lo veo venir.
      Me pregunto con qué pude resbalar. Miro el suelo, está empapado y peor aún: ¡mis zapatos nuevos!, recién estrenados desde la mañana. Parecen una lata de coger goteras, a medio llenar.
      ¡No puede ser!. ¿Qué me ha pasado?. Mi pijama está empapado desde la cintura hasta los pies. Ahora empiezo a comprender que me ha pasado esta noche. " Me he meado encima".
      ¿Cómo ocurriría?. Es mi primera vez en los diecidoscientos años que tengo.
       parece increíble lo que puede provocar un olvido en una vida rutinaria. A mí por lo menos esta vez me servirá para recordar lo que había olvidado: "No fui a hacer pis anoche".
       Una persiana mal cerrada, un olvido, pensar o intentar recordarlo y un mal sueño puede desencadenar en un mal rato.
      Hoy pienso: "El miedo entre sueños puede aguarte una noche, ¡Verdad!".


 (2º RELATO)   UN DOLMEN EN UN TRIGAL.
    Era precioso verde sin mancha, con unas espigas de las que hacen honor al nombre de nuestro pueblo, Trigueros. A cualquier sitio miraba, observaba un verde intenso, formado por las espigas de a palmos de grande, una imagen maravillosa. Tanta fue la emoción que me causó que iba entrando en erupción un volcán dentro de mí. Me incitaba a correr, a gritar, saltar, sin parar, sin control. Me lanzaba al suelo, aún no había llegado al mismo estaba otra vez de pie y otra vez en la alfombra natural formada por el trigal.
      Sin saber cómo: ¡¡Paaff!!. El suelo se ha roto, desaparece bajo mis pies. La imagen de la alfombra verde se torna oscura, aún más, negra; oscuro tenebroso, de túnel o pozo.
       Un largo sueño parece haber pasado, cuando me llaman unas voces lejanas y ahuecadas: ¡¡ Jaaacques, Jaaacques!!. Pero no conseguía dilucidar de dónde surgían, de quién eran. No podía ver nada.
       En mi cabeza daban vueltas espigas grandiosas, de a metro, mezcladas con pozos son fondo, tenebroso como los de cuento de brujas. Palpaba el suelo y era terroso, más bien polvoriento.
      De nuevo, las voces que gritan mi nombre. Esta vez más cerca pero igual de tenebrosas: ¡Jacques, Jacques! ¿dónde estás?. Contesta, deja de jugar al escondite.
      Entonces abrí los ojos, o bueno empecé a ver algo de luz, pues creo debía de llevar un rato con los ojos abiertos sin ver nada. Incliné la cabeza, buscando la luz, hacia arriba cuando una luz cegadora me encandiló de tal forma que creí estar en el infierno. La cabeza de golpe se me llenó de preguntas: ¿dónde estoy?, ¿Cómo he llegado hasta aquí?, ¿estaré en verdad en el infierno?, ¿quién me llama?. Lo único que creía tener claro, o algo más claro, es que mi nombre era Jacques.
      Las voces me reclamaban otra vez: ¡Jacques, Jacques!.
      Contesté asustado: Estoy aquí, en el infierno. ¿Qué queréis, quien demonios seáis?. No os tengo miedo-- intenté imponerme.
      En el oscuro cielo, la luz cegadora se fue atenuando mientras surgían unas figuras con la voz más clara, pero diciendo con sorna: Soy el demonio, lucha con mis diablillos mientras bajo a por ti. ¡ Ja,Ja,Ja!
      Y de nuevo la luz se hizo tan fuerte que no me dejaba ver nada.
      Un silencio sepulcral se hizo. Me entró una inquietud, me dio por llamar a mis primos mientras me encogía poniendo en práctica el arma del avestruz: metiendo la cabeza entre las piernas fuertemente y gritando: ¡ Priiimooos, priiimoooos!. No me dejéis aquí, el diablo está al llegar.
     Un estruendo metálico, un chirriar de bisagras oxidadas rompieron el silencio. Entonces debió de ser el sol, o las mismísimas llamas del infierno las que me rodearon. Pensé la luz rojiza del diablo me ciega. No puedo ver nada. Al unísono tres figuras dantescas me gritan: ¡Jacques, Jacques!. Ya estamos aquí. ¡Hombre, hombre! ¿Cómo osas entrar en el recinto sin mi aprobación? ¡Eeehh! ¡Eeehh, Jacques! ¡Ja,ja,ja!-- soltó la voz de la imagen del diablo más grande.
      El corazón me dio un vuelco, creí desfallecer.  Bueno no,no. Me levanté y les planté cara.
      ¡No,no! Nos parece que no fue del todo así-- intervienen mis primos.
     Bueno la verdad es que os reconocí en ese momento y nunca me alegré tanto de veros. Y a usted también, señor guarda. La tercera figura era el guarda del dolmen en el que caí por el agujero de entrada de la luz en el solsticio de invierno cuando se pone el sol.
     El guarda nos dijo que se habían pasado este año con el trigo y que junto con la euforia que llevaba, no vi el agujero. Que lo demás ha sido una mala pasada de mi imaginación.
      También nos ha contado la historia del uso que hacían nuestros antepasados de este lugar. Así como la forma en que fue descubierto en 1923 por el dueño de la finca "La Lobita": Armando de Soto. Por el cuál lleva el nombre: "Dolmen de Soto".
     Así fue como Jacques Paul descubrió el Dolmen de Soto. Una verdadera aventura, digna de Lawrence de Arabia. Podría haber acabado mal si no hubiera estado con sus primos, al igual de no haber habido un guarda-guía para ayudarles.
      Este guía está para contaros la historia e informaros sobre lo que queráis sobre el Dolmen de Soto. Está situado en el término de Trigueros cerca del arroyo de Candón. Os contará el descubrimiento del mismo, casi tan fantástico como el de Jacques Paul.
     No es el sitio ni el momento de contaros más, dejo para vuestras almas intrépidas y corazones aventureros el designio de venir a descubrir el lugar e imaginar vuestro descubrimiento. Además si venís los días adecuados podréis ver lo avanzados que estaban nuestros antepasados en los cálculos matemáticos y movimientos del sol. Veréis algo más que un sepulcro, pues su orientación hace que se ilumine su interior en los solsticios de verano e invierno. 
¡Ya veréis!.
(NOTA DEL AUTOR.Este Texto vio la luz en el conjunto de relatos, HISTORIAS DE AQUÍ. posteriormente recogido en este SALPICADURAS.
El próximo relato UN HOMBRE DE GAFAS NEGRAS aparecerá encima de éste, en unos días. Que disfrutéis...)




Claudia.Una niña, quería cantar.(RELATO 1º)
       Amanecía. Era un día brillante, reluciente, el resplandor cegaba nada más mirar por aquella ventana de la buhardilla. El brillo, la pulcritud de aquella mañana espléndida, de ésas surgidas a continuación de largos días de lluvia. Aparecen las hormigas aludas, rejuveneciendo el aparente día después. Hasta las personas parecemos envolvernos en un aura celestial que nos pide salir a recibir ese sol necesario. Pisar la hierba aún mojada pero destellante por su verde cegador al roce con los rayos del astro principal que nos da vida.
       Pensé, es un buen día para decírselo, para terminar mi propósito, por lo menos el de ahora, no puedo esperar más para contárselo, salir de esta incertidumbre.
       Mi pensamiento era temeroso del resultado de aquella, para mí, hazaña. A mi edad era poco menos que un sacrilegio, con mi educación, con la rectitud de mi padre, no sabía por donde atacar aquel flanco imprevisible de resultado.
        Él, mi padre, persona seria donde las hubiera, era el receptor del mensaje cifrado, donde se encontraban mis más queridas ilusiones.
        Papá era persona conservadora, en las formas, trabajaba de empleado de banca, de las de toda la vida: "conservadora, el cliente lleva la razón que su bolsillo otorga", pero él se limitaba a cubrir el expediente de empleado, sin más. Era metódico, ordenado, meticuloso. Siempre hacía lo mismo: llegaba del banco, se calzaba las zapatillas, de suela de  goma espuma, "las más cómodas del mundo, te dan vida", solía decir. Tomaba el libro del lugar en el cuál lo dejó el día anterior, leía mientras mamá preparaba la mesa para comer. Le gustaban los clásicos, tanto como para opinar o más bien afirmar: "mientras no hayas leído los clásicos, no hay lugar para otros". No sabría decir si estaba equivocado, mezclaba sus gustos con la verdad, pero él lo afirmaba de tal forma, con tanta seguridad que por lo menos nosotros pensábamos de aquella manera.
       En cuanto a la educación que había que darnos, se remitía a lo aprendido de la suya. A pesar de su seriedad era comunicativo en suma medida, aprendía de todo a su alrededor.
      Sus hijos, hijas en su caso, debían de labrarse una carrera para conseguir la libertad; libertad para saber tomar las decisiones adecuadas en su momento, no tener que tomar la crudeza de la vida de depender de un marido, no siempre lo debidamente atento con su esposa. Sus hijas serían libres porque él les inculcaría las ideas de libertad que surcaban su cabeza. No habrían de ser esclavas, sirvientas o simples amas de casa de nadie mas que así lo decidieran, a su pesar. Él no era así con mamá, pero le constaba de las conversaciones con sus amigos. A veces incluso ayudaba a limpiar la loza, como se llamaba antes a la vajilla, si sus amigos lo hubieran sabido ya tenían diversión para rato. Siempre que podía, ayudaba a mamá en todo, sus ideas eran en este aspecto revolucionarias, las mujeres teníamos en él nuestro más fiel defensor. Solía argumentar: "los hombres, basándonos, desde los principios, en nuestra fuerza física que no mental, hemos ido creando un mundo machista para nuestro beneficio y comodidad. Es más cómodo tener sirvienta, sin pretensiones, a nuestra disposición para todo y cuando deseemos". También protestaba, "hasta los más progresistas de labia, se la van dando de aperturistas, de ideas amplias, pero se limitan a dar unas migajas para poder tomar ellos el grueso del pastel, siempre se dijo que el que reparte y reparte le toca la mejor parte".
      Cómo le diría a este padre, sí con ideas abiertas, pero de una rectitud e inflexibilidad en algunos casos que daban miedo. Los castigos mandados eran cumplidos sin merma, no habríamos hecho mal las cosas más de una vez, pues los severos encargos nos hacían retroceder en los nuevos intentos de incumplir lo prometido. ¿Quién se estudiaba a Homero, Séneca, Platón, Eurípides... y no sé cuántos más para después explicarle lo más esencial del texto encomendado a leer como pago a la desviación del camino marcado de nuestra educación. Se cuidaba muy mucho de que no dejáramos a mamá en evidencia nuestros conocidos. No sé, eran contradicciones, por lo menos a mí me lo parecían, eran propias a su persona. Después he comprobado su intención para nuestro bien.
       Al ser mayor que Esther, mi hermana, era a mí a quien se exigía seguir las normas más al hilillo. Las pruebas a superar eran más duras para mí que para Esther, pues decían, tanto mamá como papá, la gran similitud de los ademanes de Esther sobre los míos. Se me obligaba a tener extremo cuidado pues su nivel de imitación era increíble. Debía de estar "dos palmos por encima de las circunstancias" me decían.
       No encontraba la forma de soltárselo, llevaba maquinando el cómo, el cuándo, la forma de plantearlo. Sería un mazazo, me repudiaría por salirme de mis enseñanzas, de mis principios, o tendría que decir de los suyos. Bueno eso pensaba hasta el día de aquel atrevimiento tan...


         Mamá era delgada, elegante, de buena estampa, "una flor de loto en el bello estanque, que hacía palidecer la suntuosidad de los blancos cisnes del parque", como papá repetía, al recordarlo otra vez, sobre ella desde el día en que la conoció. Fue una tarde, durante el paseo típico por aquel paraje natural. "El lugar más inimaginable, más si cabe a partir de aquel momento, que se pueda imaginar, valga la redundancia", repetían al unísono. Decían que la redundancia les hacía el recuerdo más bello si cabe.
       Una mujer criada en un ambiente electo, educada en buenos colegios privados, pero solamente por tradición, por pertenecer a una familia acomodada de la burguesía alta. u pretensión nunca fue valerse por sí misma. Muy al contrario sus aspiraciones se limitaban a un marido, sustento de una familia a la cuál ella dedicaría su tiempo en cuanto cariño y atenciones con los hijos, lo demás para la sirvienta. Así lo pensó, lo deseó y así lo consiguió.
        Florinda, nuestra sirvienta, era pero que una sirvienta, hasta el nombre. Antes de guiñar un ojo, mi madre ya sabía lo que tocaba. Pero en cuanto a nosotras, esa parte era obligación, devoción más bien, de mi madre. En nuestra educación no había equívocos, los pensamientos para con nosotros de Don Flavio, como mamá llamaba a papá, no sin sorna, pero cariñosa; eran los adecuados para nuestra educación. Ella no había pensado así, no tenía queja de lo conseguido pues era lo deseado, pero para sus hijas nada debía de ser, la libertad de expresión. Le encantaba pensar en sus hijas actuando de la forma tantas veces explicada por Don Flavio, sin ataduras de hombre alguno, más bien llevando las riendas.
       Nos admiraba, de Esther le encantaba la imitación tan perfecta de mis ademanes, desde que tuvo apenas un año. En cuanto a mí, no lo sé, me veía con esos ojos de madre protectora, observando en su polluelo la facilidad de soltura que va adquiriendo día a día, enseñándole nuevas cosas. Repetía y repetía: "Cuida de Esther, es tu sombra, si te caes ella se cae, si te levantas ella igual; piensa, eres el ejemplo a seguir por ella.No me defraudes".
      Así crecimos, Esther era preciosa, niña risueña, alegre, ufana. Su pelo rizado en caracoles amplios de un rubio brillante. Sus ojos a juego con su cara, azul cielo, deslumbrantes. Su mirada te levantaba el ánimo hasta en los momentos más angustiosos. Era el sueño de cualquier madre al pensar en ¿cómo debe ser mi hija?.
     Nos divertíamos mucho en nuestras escapadas al atardecer en aquel campo donde nos solía llevar papá a pasear a Comandante: un setter inglés de pelo rojizo cuya inteligencia, porque había que llamarle así, nos deslumbraba todos los días. Cuando escuchaba referirse a él con lo de "el perro", se ponía a ladrar de forma histérica, te agradecía cuando se le nombraba por Comandante con un lametazo. Su nombre se lo debía al libro que leía papá aquel fantástico día que el Sr. Julián, nuestro vecino, nos lo regaló. Nos dijo cuánto le gustaba los perros, p ero que su reala ya estaba completa y antes de tenerlo que sacrificar, sabía de nuestro cariño por los animales, así pues nos lo había traído.
     Estabamos en el dilema de se llamará..., cuando papá leyendo el libr0 "Alcoholes" de Guillaume Appollainare con su portada del escritor vestido de militar en el frente, al cerrarlo Don Flavio se levantó y muy solemnemente soltó: Yo te bautizo: "Comandante", cogió el vaso de agua de la mesa arrojándolo sobre el cachorro, que salió corriendo como un diablillo, rascando unas risotadas de todo el mundo. Desde entonces fue nuestro eterno protector.   
     Estabamos jugando Esther y yo en la terraza cuando llegó Rubén, mi primito de Valencia, siempre fastidiando para no variar. Agarró una de mis trenzas, bueno intentó agarrar pues todavía no había empezado a pedir ayuda, cuando se abalanzó sobre él nuestro Comandante de aquella forma. Menos mal la rapidez de papá, que se encontraba cerca, separando el perro pues si no las dentelladas le podían haber obligado a coser la nalga del pobre Rubén, aunque se lo tenía merecido. Fue el último intento de fastidiar. Cuando se le antojaba empezar sus vainas no había más que mirar a Comandante, su rugido se hacía fuerte, y Rubén salía lloriqueando hacia tía Águeda.
     Era un niño engreído, mal criado, niño único, egocéntrico, un estúpido en definitiva, vamos demasiado mimado. pero con Comandante se dio con un canto en los dientes. Papá debía de haber dejado a Comandante un rato más para dejas alguna señal en el culito del primito. Esta ventaja nos sirvió para pasar más rápido y echar menos en falta nuestros juegos, que antes debíamos interrumpir durante la semana de vacaciones de los tíos en casa. Después llegó a ser importante en su pueblo, algo así como secretario. Pero el paso de los años no hizo más que incrementar su pedantería y estupidez, llegando a ser nuestra relación de encuentros esporádicos en algún velatorio común, por lo de la familia.
              Su madre, tía Águeda era un sol, en cambio. Estaba dispuesta a cualquier cosa por no hacerse notar durante las vacaciones, a no ser por ayudar. Mujer inteligente, se licenció en Arte Contemporáneo, pero no ejercía desde su boda con Darío de Fonseca. Un abogado importante, de familia de abogados, pero el pobre tomó el camino equivocado para triunfar en su carrera. con ideas de izquierdas se separó un poco de la influencia de su familia para defender a gente sin medios, trabajadores sin más ayuda que la quiera echarle alguno como él. En casa se le conocía como "Fray Darío de Fonseca, el hermano de las causas perdidas" por aquello de que o no ganaba el juicio o no ganaba un duro. Pero eso sí, un hombre muy justo. Mi abuelo le decía: "quien no tiene padrino no se casa, Darío", él se lo tomaba a guasa. Pasaban esa semana de vacaciones desde hacía varios años. Realmente nos era grata su visita, a no ser por el dichoso Rubén.
         "La Semana" pasaba, volvíamos a nuestra rutina, hasta llegar el día de Nª Sra. de los Ángeles. Lloviera o tronara desde hacía algunos años, don Flavio empezaba sus vacaciones en la sucursal de la calle Villamartín de Fonseca. Bueno esto ocurrió hasta la llegada de las palabras: competitividad,americanismos, etc...cambiando todo, primero el horario, después la fecha de vacaciones y hasta el lugar de residencia, vamos haciendo lo que le dan la gana con la máquina a su disposición que es el empleado, para eso está, si no la empresa no es rentable, se gana menos miles de millones y hay que cerrar, cerrar digo, echar al empleado y contratar un JASP que apenas si cobre, bueno esa es otra historia.
        Cuando no había nada previsto, yo lo celebraba, nos íbamos a un pueblo onubense llamado Punta Umbría. Una ciudad costera de apenas de diez mil habitantes, pero que durante el veraneo se multiplican por cuatro o cinco veces si no más. Nuestra fecha era algo mejor pues ya va volviendo el personal a las ciudades, pero no hace frío aún. reconfortándonos la tranquilidad. Alquilábamos un piso de éstos pertenecientes a los trabajadores del boom económico de la zona del polo, donde mucha gente ganó mucho dinero, dedicándolo a segunda vivienda. Ahora deben alquilarlos los meses más importantes del año para poder sustentarlo y no tenerlo que vender.
            Sus playas blancas, tranquilas, haciendo honor a la Costa de la Luz cuyo nombre lleva. Son de una calidad, una sensación de flotar en el aire consigues al bañarte en el lugar. Alguien me dijo de un sitio, el más bajo del mundo, donde hay un mar, que también hace honor a su nombre, Muerto pues no viven ningún ser vivo en sus aguas. Dicen de él quien allí se bañó, la posibilidad de leer recostado sobre el agua sin artilugio que te mantenga. No sé, por un no sé qué de la densidad del agua, de la sal, una trola suena, pero no habré de terminar mis días sin visitarlo... bueno retomemos pues se me va el santo al cielo.
        Nuestros días eran dedicados a tomar el sol, hacer un tremendo castillo de arena con foto incluida, para luego ver como el agua en la pleamar va derrumbando aquello que se tomó casi un día para nacer. La vida es así, nos esforzamos en conseguir algo, algo a veces imposible para nuestras posibilidades, pero con tesón, coraje,si no conseguimos por lo menos deseamos y si conseguimos después llega alguien o algo que nos lo priva. Pero todo superado llega el final definitivo, "el mundo de las cajas" como dijo alguien que nos devuelve al principio, a demostrarnos la igualdad de todo ser vivo. Nuestra foto nos servirá para satisfacernos al contarlo a nuestros hijos o nietos.
         Y llegada la hora de la comida, o la degustación, pues más bien parecía un banquete. "La Barca del Tío Manué" era el entrañable lugar. Había una fuente de pescado frito, algunos te miraban casi vivos de haberlos pescado por la mañana. Aquel choco a la plancha, a mí me parecía sepia, me decían que era parecido pero ésta más dura. Unas gambas blancas de la costa, de nuestra costa repetía siempre el camarero, todo acompañado con un vino del Condado, pues tenía fama decía papá, nosotros nos tocaba la limonada. Las gambas llenaban un platón junto a otro con chirlas al verde. Un apetito si no estaba,aparecía nada más ver aquello, por ello siempre celebraba la no preparación de las vacaciones. Cuando decían en casa, pues este año no hay nada preparado, saltos de alegría, ya sabíamos el destino.
       Ni que decir tiene, la noches, olor a brisa marina, temperatura celestial. Los zagales pasaban pero no me atrevía a salir por mi corta edad, hoy no es lo mismo.
      Esther me imitaba, como mamá decía, pretendía todo lo visto en mis manos, mi cuerpo, mi boca, incluso pienso hasta mi mente. Parecía tener cierto don. Algunas veces me dejaba perpleja como cuando me dijo:"mañana, le dirás a papá lo del piano", cómo sabía aquello si no se lo había dicho, casi no lo había pensado. Pero esa intuición fue desapareciendo con el paso de los años. Creo desde siempre en la inteligencia de Esther, no necesitaba mi ayuda más bien al contrario, yo de ella.
       Mi cabeza daba vueltas y más vueltas: carrera, independencia, libertad, hombres, decidir..., será un fuerte golpe en la familia, por lo menos dañaré su ego, pero y mis pensamientos ¿no cuentan?, al fin y al cabo es lo que siempre dice. Eran divagaciones pero rápidamente me asaltaba la parte positiva de mí, me daba fuerzas a seguir intentándolo. Mi hermana se me aparecía en sueños, ella me seguiría, sería un fracaso por mi culpa. Sentía una pesadez muy importante sobre mi cabeza. La inteligencia de Esther me indicaba o por lo menos eso yo quería, su camino sería otro, esta vez no me seguiría. El dilema siempre en cuestión.
       Si expusiera las cosas como Don Flavio lo hacía no habría problemas, él lo entendería, todo el mundo lo entendería: "Decisión por ti misma".
      Estuve muy nerviosa desde la mañana, toda la noche anterior la había pasado en blanco. Me rondaba la cabeza, veía escrito por todas partes: mañana explosión, revolución, mi primera estampida, se sale del camino, moflete caliente, cara hinchada, la primera..ra vez.... En el otro lado de la balanza surgían las notas musicales del piano soñado. Una frase no se de quien ni por qué se repetía y me gustaba: La primera vez que oí algo así se me mojaron las bragas, sé que suena a vulgaridad pero me reconfortaba. Era la realidad del relamido gusto de mi cuerpo al escucharlo. Habrá que intentarlo, atenerse a las consecuencias.
      Llegó la hora "d", como en las novelas de los militarotes. Bajé las escaleras. Día festivo, no había prisa para desayunar. Me temblaba todo el cuerpo. Don Flavio taza en mano, ojeando el periódico. El corazón me estallaba. Miedo. Ilusión. Temor. Ansiedad. Todas las sensaciones se apoderaban de mí sin poder eliminarlas. No había prisa velocípeda de a rutina diaria. Beso su mejilla como de costumbre pero sorpresa, algo me notó.
        -¡Qué te ocurre esta mañana, te noto preocupada!
        -No, nada, -le respondí entrecortada, lavoz.
        -Di a papá lo que ocurre a mi niña más preciosa, a esos ojos siempre alegres, hoy tan tristes, -me susurró.
        -No, si no es nada--volví a insistirle.
        -Bueno si no quieres compartir con tu más ferviente admirador tus secretos, pues nada me pondré triste yo también, para que estemos de igual a igual--repuso Don Flavio.
       Tomé valor, un suspiro muy hondo, pensé ahora o nunca. No esperé a la llegada de mamá desde la cocina, pues podría caer en broma y no darle su importancia. Esther tampoco había bajado aún, así que era el momento adecuado.
        -Quiero ser artista--le solté.
        No habló, se quedó muy serio, pensativo, como si hubiera recibido un golpe. el cariño anterior parecía haberse esfumado. Su duda me provocó terror. Me veía encima lo peor.
        Intenté romper el silencio, sepulcral que se había creado. era pura densidad.
        -Me gustaría tocar el piano y cantar.
        En ese momento aparecen mamá con la bandeja de nuestros desayunos y Esther bailoteando y sonriendo como de costumbre.
        -Mamá se paró diciendo- Buenos días Claudia, nos hemos perdido algo.
        - Buenos días- contesté sin más.
        -¿Qué pasa tan importante como para poner las jetas que tenéis?-- dijo frunciendo el ceño.
         Esther con aquella sonrisa que parecía hacer todo natural, sabía nuestros pensamientos, como si los leyera. Y soltó:
         - Claudia quiere ser artista, tocar el piano y cantar. Pianista de alto rango más exactamente.
         Y qué ¿papá no está de acuerdo?--preguntó mamá incluyendo en la conversación al pensante hombre.
         Don Flavio se levantó de la silla, la acercó a la de Claudia.
          Ella se veía una sombra sobre ella. Tierra trágame, pensé.
         Pero nadie esperaba aquella sorpresa. Grata para todos. Le cogió de las manos, le miró fijamente a los ojos, con voz clara y serena preguntó:
        - ¿Has pensado bien lo que dices?¿es tu pretensión de veras ser artista?¿Sabes el esfuerzo que te conllevará?¡Tu futuro puede ser incierto!
        Mi repuesta fue dubitativa, - no lo sé, pero ahora mismo son mis ideas, lo que me gustaría.
        Saltó Don Flavio de la silla, se inclinó, besó en la frente de Claudia y dijo:
        - Pues ya tenemos una artista en la familia, mi apoyo y el de tu madre y Esther serán desde el más profundo rincón de nuestros corazones para que tu sueño se haga realidad. Mañana mismo iré contigo al conservatorio a ver cuáles son las mejores vías para conseguir tus estudios musicales.
        Su júbilo me sorprendió sobremanera, me apoyó constantemente. También mamá. Aún más Esther que fue incondicional hasta el día de mi primer actuación en público, Pero, bueno, ese es otro cuento...


(NOTA ACLARATORIA.Texto escrito por los años fastuosos de los 90. Publicado en SALPICADURAS. Año 2002. Y ahora recogido aquí para que puedan tener acceso a él quien guste. EL AUTOR MUY AGRADECIDO
CON EL TIEMPO QUE LE DEDIQUEN)
(Próxima publicación de SALPICADURAS.
UN DOLMEN EN UN TRIGAL) Aparecerá encima de ésta.