miércoles, 30 de junio de 2010

Ignición.

Ignición.
Venga vamos…No,  que no…
Mi padre se fue, no volverá hasta oscurecido
Tu madre podría…No, que no…
Ella está deseando, se irá, se entretendrá fuera, jejeje
Podría fallar y podríamos incendiar el trastero, toda la casa
Podría, podría…no, que no digas más, ya podría…
Rodeados de cachivaches, adentraron sus cuerpos acuciosos
Como tu viejo se entere, nos matará…No, que no…
En el retrovisor colgaba el pequeño sujetador,
Dando cuenta del desquite arremolinado, pechos punzantes.
Nunca te noté los colmillos tan largos,
Me has atravesado la yugular, aish…no, que no…
El pequeño Pluto de cabeza balanceante
Se tapó los ojos con sus braguitas,
Bueno, uno de ellos, aquello no era más, que el parche para uno…
Sólo roza, sólo restrégala, sólo la punta para probar…
No, que no… Sí, que sí… Ahora ya…Sí, que sí…
Los gimoteos traspasaron la frágil puerta del trastero,
Las encendidas deflagraciones de amor, de apasionado
Desfloración de inquieta necesidad, aprendida en cuento.
Su madre probó la oferta del mejor dos que una, invento papal.
Con su anatómico cambio de marchas viviente.
Ahogados chirriantes, gritos de cuentos entre escaleras hacia el cielo, edén encontrado, verdadera historia de madre…
No, que no…pares…que no, que, no…paro…
Por qué enciendes la luz…ahora…no, que no…yo no…
Quéééé….aaaahhh en mi Pontiac descapotable del 50…
En esa marcha virginal,
sólo conocedora de las entrenalgas de mamá…No puede seeer.
Fue mamá, mamá no quería que me lo perdiera…
Os mataré cabrones…malnacidos ….mi Pontiac del 50…
Mi bala de plata…me las pagaréis…
Habéis mancillado mi cambio de marchas…
Encendió el motor…no ves como suena….no puede ser…
Está cercano al punto de Ignición…depravados…
No sabéis que tiene vida propia…os mataréééé…
Si lo hicimos con seguridad, hasta el cinturón nos pusimos…
Mejor así no os escapáis…
Cuán sería su amor por su Pontiac del 50…
Dejó el motor encendido…la palanca del cambio de marchas ocupada, con su cinturón no pudo zafarse, roció gasolina el trastero…rasgó la cerilla en su barba de película…
Los ojos de los empalados amantes a punto estaban de despegar de sus órbitas lobulares…
Una sonora carcajada…Jajajaja…mientras la luz se encendía…
La mamá aparecía y contaba riéndose…Igualitos que nosotros…jejejejejejeje…
Cuidadín con la ignición que estamos en verano y nos podemos chamuscar sin querer…hasta en el sitio más inesperado.

martes, 29 de junio de 2010

La Sombra…Noche de Luna.

La Sombra…Noche de Luna.
Es arriesgado, le trataba de decir él, más prudente o cobarde. Ella que como siempre más decidida, cuando algo quería, le convenció. Entre sombras, aprovecharon la luna llena, casi se podía ver los detalles más nimios.
Olor a fruta madura, a explosión de fresas, en una fábrica de mermeladas, se reían diciéndose se imaginaban estar.
Caricias, besos, intensidad emergente en ellos. Apretones, roces y muerdos. Susurros, entregas, gritos ahogados para alentar a toda la plantación. Así fue como ella se entregó la primera vez a su hombre, aunque podría decir a su niño, pues eso eran niños. Rompientes dolorosos placeres, descubrimientos de goces sin mácula, magnetismos que los atraían sin dudas.
Ruidos, voces acercándose, pasos…están aquí. Quienes, preguntó él aterrorizado. Mis hermanos, mi familia, han venido antes, o no, se nos pasó el tiempo volando. Corre a ver qué inventamos, pues como nos cojan así como así nos matan.
Siempre fue pintor aventajado, te hacía caricaturas con un canto de ladrillo. Así sin pensarlo, le dijo, ponte ahí. Contoneó su cuerpo, sobre fondo del transparente lienzo. Tomó la máquina de aliñar los líquidos a las plantas, la cargó de triple ración de sulfatos azules. Se entregó a la creación. Cuando acabaron de llegar los familiares…
Gritos, venid, venid…hay una aparición. Esto es buena suerte, ha aparecido una sombra que nos mira sobre el fondo de ese lateral. Todos al unísono corrieron en busca de las advertencias.
El fuerte olor a los sulfatos concentrados, la nebulosa yacente aún en el rededor, le daban una celestialidad, que ya puestos, surgieron los parecidos. Uau, es la mismísima cara del cristo de los gitanos, dijo el más atrevido. Anda ya, soltó otro, más bien el cachorro de Triana. Tonterías, se lanzó el tercero. Es el comandante, es el Che, si no hay más que mirarle a los ojos.No sabéis quien es. Es el maestro,José Monge, el camarón…si hasta parece que se va arrancar con el romance de luna, no veis que la preñez de la luna invita a ello…
Ella le miró a él, se sonrieron cómplices. Un poco de teatro, habrá que llamar a los periodistas, igual nos viene bien la publicidad, y colocamos todas las fresas que nadie quiere, entre los curiosos que se arrimen a ver las apaaariciones…
En el transcurso de los años lo rememoraban sin desvelar su secreto. Sólo su madre, le decía con una socarrona sonrisa de oreja a oreja. Menos mal que camarón vino a amenizar la fiesta con el romance de luna, si no algunos pasan de la isla para allá.
Madre sonreía ella, no me digas que no ganamos nuestros cuartillos extras con la fresa vendida entre los curiosos. Se lo debéis a él, menudo pintor ehhh…jejeje.
Sí, sí, pero si no sale bien la jugada, la denuncia la tiene que poner por escrito, porque tu padre y tus hermanos le hubieran dejado la boquita para tomar sólo líquidos en unos meses, jejeje. Que ya sabes que eso de pillar a uno solo, les encanta. Aunque sea para darle unas clases de civismo. Mira que marcar el terreno la primera vez en un invernadero.jejeje.
A ellos les daba igual, pues todo salió mejor de lo esperado. Y cuando escuchan a José, desgarrar su romance al viento, llenan sus pulmones de alegría. Además que cada uno, cuando mira, ve lo que quiere ver.Y se escurren en busca de los olores de fresa estrujada, mermeladas y sudores transparentes de los invernaderos. Como aquella primera vez, pero sin miedos.

lunes, 28 de junio de 2010

El Retorno…

El Retorno…
Arribando a orillas cercanas aparecieron primero sus velas. Síndromes y señales de humo que marcaban su retorno. Era esperado por todos. Lejanías dejadas en otro estadio, duro, que nos tocó vivir. Velados momentos de tristezas y desgarros. Marañas apoderadas de su cerebro, apartaron su alma del sendero de la verdad y el camino que su guía le indicó.
Desde su partida en la huida atormentada, en la marcha hacia delante. La búsqueda por ser perdonado, sin percatarse de que quien debía de hacer un giro en la decisión tomada era él.
Ángel envenenado de polvos mágicos, sucedáneo de vida, caballo contra jinete desbocado, la noche atormentando llegó.
Distrajiste tu mirada, cegada por la nebulosa creada por tales hierbas, aromáticas, enfermas de perdición, atractivas en la corta distancia, efímeras en el tiempo del desarrollo como persona.
Creías caminar sobre las aguas sin tener en cuenta la densidad del hombre sobre preciado fluido. Sin darte cuenta que soñar consciente es un proyecto. Dejarse llevar por la alucinación ficticia de unas especias, son sólo humo de pipa de incienso, puto milagro que no aparece. Engañaste tu ser y el nuestro.
En el horizonte parece atisbarse una luz de esperanza, una estrella en el firmamento se advierte, fijaste tus ojos en ella. Confianza plena en sus rasgos humanos pusiste, pusimos. Aunque depende del fragor de tu sustento y confianza, entrega sin menoscabo y capacidad de sacrificio podrá hacerte un hombre íntegro, contigo mismo. No hace falta que demuestres nada en los demás, sólo en tu interior. Y en su memoria, el que nunca te defraudó y te dejó en herencia la estirpe del guerrero. Tú que su cuerpo yacente, juraste no defraudarle. Oportunidad requerida, ahora de nuevo lograda, no la deseches. Los veleros llegan a puerto, lo observamos, nos dejamos maravillar por su despliegue de mantos prístinos que doblegarán el viento para surcar el mundo de los mundos reales y oníricos.
Aprovecha la buena nueva, nunca sabes cuando tu velero pasará y te dejará en tierra. Entregados se hicieron los propósitos. Nunca traiciones a quienes te aman, sería la mejor forma de cavar tu tumba en vida, la más dura existencia. Ser ninguneado por los que te importan. El velero ha retornado, las velas hinchadas cuán preñez de aire nuevo y de color está, aprovecha el viaje, mira la estrella, mira tu futuro, y piensa en él. Recuerda que siempre te está mirando.
A por ello, no te dejes vencer, no te rindas. Cuando sientas flaquear piensa en él, que lo dio todo, hasta el último suspiro, se lo debes. El caminante, su sombra y los que te quieren, siempre estarán a tu lado. Tú eres el que toma el velero de la leyenda del tiempo, respeta la palabra del viejo.
(El Caminante y su Sombra.En eLPAIS.LaComunidad.Aquí)

domingo, 27 de junio de 2010

Ponte en mi lugar.

Ponte en mi lugar.
Ponte en mi lugar, te diré. Ya sé que tú no eres cursi. Tú no haces cursilerías. Tú nunca le dirás te quiero en público. Jamás besarás sus labios delante de todos. Imposible imaginar darte un morreo en un banco del parque. No, tú nunca lo harías.
Tú mirarás a la pareja que pasea de la mano, y criticarás en público. Soliviantarás el aire con tus despotricadas escenas cuando veas a una pareja juguetear y restregarse en el césped del parque. Sí, como tú pensabas que nunca se podría hacer.
Llegarás a su cercanía y les mirarás, y te urgirá insultarles, y casi denunciarles, hasta provocar la risa del agente.
Y llegarás a la orilla del río. Y comenzarás a recordar…pero no te dejarán, pues jóvenes de todas las edades, pues la juventud vive en el alma de los hombres, no en los calendarios; estarán bañándose en el río aquel, algunos hasta desnudos, algunos hasta vestidos, otros como les da la gana. Y tú dejarás de recordar, y volverás a increpar a quien envidias. Sí, envidias. Pues ves en ello lo que quieres ser, como deseas estar. Echas de menos la oportunidad, el barco que viste pasar una y tantas veces y no te atreviste a tomar. Donde ella mirándote esperaba tu llamada. 
Ella siempre anhelante de tus roces. Sus ojos brillaban al saberse observada por ti. Tú, deseoso de tomarla, de soñarla, de quererla abrazar, de dar rienda suelta a vuestra imaginación, a vuestras ganas de vivir. Igual que la de ellos ahora. Simplemente envidias a quien es feliz.
Escuchas el susurro del río, de sus chapoteos contra las orillas. Te hacen recordar, te rememoran los momentos del pudiste y no quisiste, no te arriesgaste a un no. Algo que ya tenías. Ahora tu rabia te hace encrespar al ver a los otros disfrutar de tu parque, de tu río, de vuestro parque, de vuestro río, de vuestras ansias. 
No fuisteis capaces de lanzaros en pos de vuestro amor. Algo tan sencillo como dejaros llevar por la naturaleza, por el qué dirán. El qué dirán no existe.
El transcurso de los años. El semblante del río, ha cambiado, te dices. Después en un remanso del río, te reflejas…No, el que ha cambiado soy yo…
Levantas la mirada, la ves…no puede ser es ella, sí, es ella. Y está sola. Quizás me rechace, vuelves a temer. Y entonces te lanzas. Ella te ve llegar, asombrada. Esperanzada, también está más lanzada. Vengo todos los años por esta época al río. Sí, a esperarte, a que decidas a cercarte, a pedirme, a amarme…
Nadie supo que pasó. Ambos desnudos, se vieron juntos durante todo el día, entregados a la fogosidad de dos quinceañeros. Ambos eran de aquí cerca, ambos vivieron solos siempre, nadie supo de ellos compañía alguna…
Nadie los vio por donde marcharon, todos preguntaban de quien era aquella ropa, al caer la tarde…
El río brillaba en el ocaso de la tarde, dejando los brillos del marrón dorado que tanta fragilidad alegre y melancólica de trazas conseguidas, aún tarde…

sábado, 26 de junio de 2010

Me gusta el Sombrero…Quédatelo.

Me gusta el Sombrero…Quédatelo.
Noche de sábado. Cena llena de cremas, frutas exquisitas de época, sabrosas como ella misma. Regueros de sonrosado fluido desde sus labios caen. Toma cereza, mordisco envenenado, hechizo realizado. Melodías sugerentes, arrebatador aire nocturno, run run de agua deslizando sobre piedras para chapotear a su llegada al manso lecho de la fuente iluminada en un siseo de luz y color, un galán de noche  acaba de dar a luz su bella imagen prístina, inmaculada reventando su preñez para un momento anhelado. La dama de noche intensifica su polinización sobre nuestros cuerpos dejando escapar su intenso aroma embriagador. La voz rasgada del pelirrojo de Sheffield, casi nos dice que canta como guía experimentado, para regir nuestros movimientos. 
Sin palabras, sólo susurros que dejan entrever unas ansias apasionadas, un derroche de sensualidad en cuerpos deseados. Sorpresa, aparece una diosa portando intemperancia y picardía, despojándose a golpetazos melódicos unas prendas sugerentes. Copando su preciosa testa en un bello sombrero. No, no te lo quites, sea testigo de fogosa noche, enseñémosle el camino de la licuefacción de elementos separados en cuerpo, aún no en alma. Almas en una, imagen de la imagen, vela que se insufla de redondez  para tirar de la nave pertrechada de tiempo, inmenso tiempo conocedor de nuestros instantes, fotogramas de una vida, un compartimento atestado de mordiscos, de rasguños, de caricias, de palabras, de miradas, de complicidades, entre nuestros seres…fundidos desde antes de sabernos.
Retratos marcados de las temperaturas de inviernos y veranos, tantos como de otoños y primaveras. Azules y rojos, marrones y verdes. Síntomas de alisamientos, crestas y valles. Sinusoidales marcadas en el devenir instantáneo. Frutos creados, morenas y violinistas, bailes en sombras, y luces rompedoras de desconfianzas, brillantes cristales sabedores de afinar los ángulos para hacer destripar el haz blanco en miles de colores, envolventes, arropadores y aureolas protectoras.
Hoy te desquitas de ese bello atuendo, inseguro. Libre te sientes sin nada, te me entregas con tus sinuosas curvas erizadas por mis dedos idolatrados. No, no te quites el sombrero, me gusta cómo te adorna, te da ese toque táctil, te viste la desnudez, te otorga cuán corona la altivez despreocupada.
Los hilos melódicos hacen de tu traje incoloro, esa sudoración que te acaricia, preparando tu cuerpo para la entrega de la vestal al dios de la guerra, apaciguadora de sus fieras dentelladas.
Me gusta el sombrero, pues te hace reina sin corona. No, no te lo quites…he de saber el sabor de tu transformación entregada al regio estandarte de nuestro reino. Los sabores dulces de la fruta, se mezclan con las sales de tu cuerpo y me embriagan, sé que la sirena manda, sus cantos son demasiado bellos para poder huir, si además no quiero. Mejor morir entre las suaves caricias de tu interior a vivir entre danzas proscritas. Entrégome  al hada de mis sueños…tú, sabedora de mis anhelos.
(El Caminante y su Sombra.en ELPAIS.LaComunidad.)

viernes, 25 de junio de 2010

The Power Of Love.

The Power Of Love.

Me levanté muy de mañana
Caminé sobre senderos tortuosos
El sol me calentaba mis sienes, avisándome
Había de vestirme de mis mejores galas
Mi cota de malla hilvanada, con hilo celestial
Por hadas del bosque mágico, protección eterna
Mis mejores ropajes, mi mejor atuendo
Hoy con luna, con sol, con brilla, y con damas
Había de encontrarme en el claro del bosque
Con la más maravillosa criatura que sus habitantes
Hubieran jamás conocido, y recitarle
Las estrofas de la canción más bella del mundo.
Esos versos que saben que se dicen sin decir
Esas cantatas que masajean el alma, pues de otra tal salen
Esa promesa de amor que titubeará, pero jamás fallará
Y los habitantes de tan encantado lugar
Chapotearán en el lago, cimbrearán las ramas de los árboles
Dejarán que el viento sea peinado entre las hojas
Su sibilante aullido nos acompañará en tan preciado momento
Nuestro sellado unidos de las manos.
Postrados sernos por el Poder del Amor.
Claro como no sé decirle, ni que escribirle dejaré este pequeño
Panfleto y las notas de The Power Of love de Il Divo.
Por ella.

jueves, 24 de junio de 2010

El Esqueje.

El Esqueje.
Un rompiente de verde blando, marca el principio.
Nacimiento anhelado de un retoño en el parterre.
Donde habitó la rosa entre las rosas. La Rosa.
En los comienzos era incoloro, pequeño, translúcido.
Fue tomando ese color portador de la inocencia.
Ese inmaculado, prístino, sin mancha, su lactosidad inmensa.
Reluciendo por su áureo porte,
Su blanco majestuoso. Rosa Blanca.
El esquivo tiempo, transcurre con parsimonia y toma prestado
Le va entregando porte, le va confiriendo la tonalidad
Propia de su adolescencia, ese sonrosado, ambiguo paso
La inconstancia de la juventud, traza sus senderos. Rosa Rosa.
Estudia, investiga, encuentra, toma, rechaza, elige,
Enriquece su ser, tornando en sabiduría todo su ver
Cuán si fuera rosa de Alejandría. Rosa Amarilla.
Sigue rompiendo moldes, trazando líneas, distribuyendo dires
Apropiando diretes, su estómago va controlando las mariposas
Ya va tornando la alegría soñada, aparece el amor, la entrega
El encelamiento, las noches cálidas, sudor tras fragor batallesco
La entrega sin igual entre bambalinas, las perlas ensangrentadas
La confusión perdonada, la pasión. Rosa Roja.
Todo transcurre al son alegre creado con amor, con ilusión
Llega la armonía, la tranquilidad, el sosiego, la esperanza
El compartimento comprensivo, el tú, el yo, el nosotros
Son los años turquesa, protectores, apoyadores de todo
Son límites, en la larga, en la corta, en todas las distancias
Es el tiempo sin tiempo, todo fluye,
Nada se diluye. Rosa Azul Turquesa.
Las pérdidas aparecen, propias de la madurez
Tus ancestros, los míos, llegan las agujas salitrosas
Los momentos desesperados, las partidas, las huidas
Momentos de buenos timoneles, de superaciones,
De ilusiones desechadas
Unos perecen en la tormenta, entre las olas turbulentas
Otras ni tan siquiera comienzan a florecer, mueren en su nacimiento, duros momentos, cuando tornan
La luz al violeta. Rosa Púrpura del Cairo.
Cúmulo de vida, y de muerte. Flores por nacer, otras marchitas
Engendro de belleza acabada, brillo sin luz, ni sol
Elementos sabedores de los pedazos sin reparación
Destrozado en la contienda, apartado del aire, enclaustrado
Entre paredes donde pagar su penitencia, los males infringidos
Momento de mezclas del rojo escarlata con el oscuro manto
Entrega a la gran señora. Vencedora por paciente. Sabedora de la llegada de todos. Antes o después. Ella nos espera. No sabremos reír el último. Siempre la última risa, será de Ella.
Su porte majestuoso inflige respetuoso Miedo. Rosa Negra.
(Y El Caminante y su Sombra, enELPAIS,LaComunidad.Aquí)

Frías noches de solsticio de verano.

Frías noches de solsticio de verano.
En el fragor de la noche siento la frialdad del satén.
Una primera vez, pesadilla me quiso parecer.
Dos, muchas son. Angustiado noto el síncope.
Extiendo mi alargado brazo, midiendo el lugar.
No hallo en otrora, tu sitio, tu presencia.
Escalofríos siento en mis entrañas, me parten.
Cómo suplir ese roce, esa caricia, ese susurro.
Cómo sentir ese calor, esa cálida aurora que te envuelve.
Cómo no desfallecer en esta fría noche, de soledad.
Tú que siempre estuviste en ese espacio, dónde estás.
Vacuidad inmensa habita en el lecho, donde solo me hallo.
Haciéndonos daño, sufrimiento eterno, en la distancia.
Sin darnos cuenta de los momentos pasados, esos que no vuelven.
Tu inmensa presencia añoro, tu lugar es hoy ausencia.
Mi corazón explosionó al verte marchar sin una mirada
Ni tan siquiera un vistazo de soslayo, un volveré.
La noche, inmensa, larga, vasta, intensa soledad me oprime.
Cómo vivirla sin tu presencia, mi calor, mi vida.
No podré ganar tu confianza, dardo envenenado, que nos separa.
Cuán difícil ayuda puedo darte, si mía no la quieres.
Te lloro, lo sabes, lo sientes, pues más viví por ti.
La pesadez que oprime mi pecho, me quita la existencia.
Imposible despegar tu inseguridad hacia mi persona.
El que todo lo dio, es rechazado, repudiado como alimaña.
Cuando si tú lo pidieras reptaría cuán serpiente.
O subiría a las alturas para dejarme caer a tu petición y antojo.
No comprendes que sin ti, mi final, está marcado.
No sientes mi final llegar, o es que lo necesitas, para volar.
Pídeme mi ausencia, y dolorosamente desapareceré de tu vida.
Se acabarán tus miedos, tus agobios, tu desesperanza, tu odio
Incubado desde tiempo atrás, aunque sin querer verlo.
No dejes que tu lado, a mi lado, en el lecho, nuestro
Se torne frío o acaba el propósito
Enfría mi cuerpo, mándame al polvo, pues siempre lo fui.
(El Caminante y su Sombra. En ELPAIS.LaComunidad.Aquí)

Solsticio de Verano.

Solsticio de Verano.
Aleatoria elección tiene el caprichoso destino. Nos marca fechas trascendentes, por repetitivas, para que aún sea más sencillo el trabajo de una memoria, ya de por sí poco dada al olvido.
Rompe el sol la mañana, límpida, para dar la bienvenida, como se merece, al mejor de todos los momentos estivales, el verano. Madurada la escena que rodea el giro rutinario de las vicisitudes diarias, el caminante decide dar un giro, brusco quizás, pero no por ello falto de meditación. Retomar una senda obligado por los envites del sol, primorosos en sus ansias de dar calor, sin prestar atención a la sobreexposición, atesorada por el caminante. Él intenta recolocar su sombrero, ladear su figura tras sus árboles, protegerse. Pues quién tanto bien le daba, ahora quiere abrasarlo, cuan hielo derretido sin rastro alguno, tras su paso por el sendero vital.
El ocaso de los dioses, momento de bajada del pedestal del otrora idolatrado ser superior con que lo veían sus ojos. Ya eliminado, escondido o simplemente sustituido del habitáculo arraigado en el fondo de tan preciado elemento en nuestro devenir, nuestra alma, nuestro corazón. Calmado con su presencia, todo hace indicar que se pudrió, se eliminó aunque busque un cómplice, una coartada. Poder exculpar su mente, sin poder darse cuenta cuán difícil es acertar a mirar a su sombra, verle abandonarle. Comienza su destrucción, imposible por elementos mortíferos, fácil sabiendo donde se encuentra su talón, rememorando a Aquiles.
Éste entregó su vida a tres faros, luces guías en su oscuridad. El principal comenzó a girar en otra dirección. Quizás no supo rellenar de combustible su despensa. El atento rellenador, premiado con su giro se verá. Puede ser.
No se puede vivir sin aire, dice. Pero enrarece el que soplo hacia su salvación. Necesita mi ayuda para superar su valle, pero para ello me exige pleitesía. Cómo puede ser eso. Buen curandero  sería si se dejara arrastrar, si se dejara incubar, inocular por el virus codicioso. Ni si quiera acerca, acorta el círculo. Siempre vuelve con viento corto a la misma posición primigenia. Tú me ayudas, haz lo que te diga. Y todo irá perfectamente. A veces mis palabras, mentirosas, transcritas, quizás me hagan creer que soy buena persona, aunque simplemente me engaño a mí mismo. Evidentemente he de ser portador del virus maligno. Invadido mi ser, no puedo vivir sin él, como vive él en mí. Es posible que mi mente se haya podrido entre historias banales. Parcas letras florecen de esta pobre pluma intentando vaciar mis miedos, mis errores. 
Quizás la salida no esté en la dirección tomada. No quería un castillo de cristal con vistas, pues ahora acuérdate, debiste de dejarle alguna ventana, para renovar el aire, para asomarte a ver a tus semejantes, criaturas pobres, mediocres. No tuviste en mente su fragilidad cuando todo fuera mal, es el final de una aventura tan peligrosa, inquietante como bella. Pero todo se acaba. Nunca confiará más en ti, la semilla de la desconfianza arraigó, creció, se fortaleció. Eliminó vuestro sustento vital. Ahora ambos veis el mismo camino con distinto color. El prisma se giró. El pedestal se cayó. Ya no eres su idolatrado ser endiosado, probablemente, y cómo saber indebidamente. I’m sorry.
(Conecta con El Caminante y su Sombra en ELPAIS.LaComunidad.)