sábado, 26 de enero de 2013

Macerando unas rejas…


Macerando unas rejas…
Acercóme en deambular sobre húmedo granito
Al arreciar de la gélida noctambula,
Y atrapó mi esencia una cantinela incierta.
No más tiempo ha unos chicuelos voz en ristre
Arracimados ante una reja, liberar querían,
A uno de ellos, mas, que milagros hacía.
Llamábanle Antonio, y era abad,
Asceta, eremita, de compaña: un cerdo,
El graznar de un alado azabache, pan le traía.
Y en aquella reja, que macerar pretendían
Había una voz temblorosa, emocionada
De aspavientos, devoción y entregada alegría.
No eran chicos, sino hombres, cuan antaño
Otros lo fueron, sus padres, sus abuelos.
Dicen le escribían Vacila, y Antonio Abad llamaban, mas este, por Ezequiel respondía.
Un Antonio, sevillano, otrora también grande, ahora, hijo. Desenvuelto y devoto de esa reja.
Y un Luna, que llevara su luz entre las estrellas, esa que antes alumbró el centinela de su estirpe, llena de astros. Entre guardia y guardia, humareda se cuela, y olor a carrasca.
Dale Lata, que Manuel toque las cerdas de esa guitarra, que otra vez vibra mi voz, decíale.
Mientras el Kuku, el Tororo, el Jesuli, el Fernando, Los que aun no tomaron el apodo por jóvenes, rompen la mezcla de humo espacioso, de zapata sempiterna, al candor de su entrega, porque mayores se marchan, y ello reponen su hueco, alimentando su recuerdo.
Y no al pasar, no al marchar, una voz ruega, quiero unas letras. Me salieron estas, no subo el nombre de uno, más que de otro, pues tod@s me sois iguales, fervientes devotos, de una aunada cadena de ecuánime fraternidad. Sea por siempre, un lugar encomiable, este nuestro pueblo, Trigueros. VIVA TRIGUEROS.
Locución: Manuel López Castilleja.


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