Confesiones…Sin confesión.
Te sientes putrefacto, te husmeas tus instintos y te aferras a que la podredumbre no es tuya. Buscas en tu rededor al culpable, no quieres verte mancillado por la descomposición imparable de tu ser.
De soslayo crees ver la aparición que necesitas, pero no, es tu sombra, titilante al son del baile que ordena la llama del fuego purificador, elixir de sanación, el infierno te espera.
Pasa, él, pasa ella, vislumbras una luz. Ya tienes un culpable, de tu estado en descomposición, él, ella, incubaron la larva del ser que habita ahora en tus adentros. Te sientes mejor, ya tienes a los culpables, él, ella…pero sabes que no, es pan sin levadura.
Necesitas un dios a quien llorar, suplicar, a quien culpar de tus castigos, sin dejar de luchar por encontrarle. Sin querer tenerle, pero siempre buscándole, aferrándote a él, a ella.
Maldícete porque ese habita en ti. Encuentras su extrañeza en tu extrañeza.
Háblale, encuéntrale…cuanto antes lo hagas, antes podrás tomar la paz de aceptarte, eres el engendro de seres abominables, eres el portador de la asquerosa larva, tú alimentas su crecimiento, nutres sus necesidades…O vives con ella o pereces en el intento de eliminación, acéptala, vivid juntos pero separados, confiésate…
Podrías ser creador de una nueva religión, sabedora de la necesidad de no tener un líder, un nuevo hijo de dios, a la mano, con cobertura diaria de veinticuatro horas, que soluciona tus dudas mundanas, en cualquier momento, podrías dejarte llevar por tu visión de las miradas de descarriados seres necesitados de sed, y sanar su falta de fluidos sanadores en el entorno cercano…
Quién no tiene delante una horrenda ocultación en su hilvanada red ficticia donde caer si todo lo demás falla, la metamorfosis de la crisálida espera siempre un error para alimentar a seres superiores que atoarán su final a las entrañas de otros mejor dotados.
Manifiesto público de la llamada de una carta en colores donde elegir el nuevo mesías, el ser que sabedor de todos los males y sus sanaciones podrá llevarnos al edén.
Confiésate, yo sé que tú fuiste el que estuvo al sol el primer día del último verano, jajajaja…te dirá…y te lo soltará con tanta seguridad que tú mismo creerás que es cierto…
Entregarás tu confianza al desconfiado de sí mismo, pero llenarás sus arcas pues él te promete lo que tú necesitas escuchar, que él tiene también que confesarse ante ti, te hará creer que tú eres el nuevo mesías, sin darte cuenta caerás en las fauces de su red tejida con hilos de plata contra vampíricos seres sabedores del movimiento del sonar natural, su guía, jejeje…
Confiésate, deseas tener un culpable, que no sea el mismo de siempre…pero no existe…el culpable eres tú…
Confiésate…y vuelve a la inocencia…
La niñez de tu cuerpo se translucirá en la inocencia de tu alma...
Alma prístina, pura, inmaculada, sin mancha...
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