LA ESQUINA DEL BLUESMAN:
EL PODEROSO.(Rep’07ELPAIS)
EL PODEROSO.(Rep’07ELPAIS)
Era un bluesman que no perseguía notoriedad, como buen bluesman. Iba de un lugar a otro con su bluesguitar, soltando al viento aquellas ideas deambulantes de su mente. Ideas sin más recorridos por sus momentos vitales más añorados. Nota a nota iban saliendo las diferentes historias del fondo de aquel hombre que no pretendía notoriedad. Quería ser simple y llanamente un bluesman con su bluesguitar.
Un día comenzaron a salir grandes notas, alegres notas íntimas de su bluesguitar acompañando unas historias fluyentes de su hondo corazón. Pero distintamente a como otros días , hoy eran palabras alegres, estaba contento nuestro querido bluesman.
En la esquina estaba tocando su música reluciente cuando un asiduo transeúnte de aquel lugar paró su caminar al cruzar delante de la fuente melódica para en uno de los momentos de silencio, corto silencio, entre notas y palabras acertó a preguntar a nuestro bluesman: ¿qué ocurrió para lograr imprimir esa alegría en sus siempre melancólica músicas sinfónicas o lo que sean?.
Entonces con redoble creado para la ocasión con las puntas y tacones de sus botas, cambió el ritmo y tono de su bluesguitar. Cantó entonces para deleite de la muchedumbre allí aglutinada, por haberse parado hombre tan importante a charlar u oír a un pobre bluesman sin notoriedad; y díjole las más hermosas palabras.
Su bluesguitar vibró con sonido claro y desgarrador para acompañar el cantar que decía : " Hoy es un gran día, hoy es especial llegará seguro un gran señor para escuchar mis cuentos, cuentos históricos, de la calle de esa calle que él no pisa. Hoy es especial, hoy el día en el que se fijará en las notas de mi bluesguitar. Hoy es el día. El señor preguntará, para no importunarle le cantaré, le contaré la historia más bella de la calle, pues soy un pobre bluesman sin notoriedad, pero la dignidad de las personas no se miden por su apariencia sino por su interior, sus acciones. Hoy el gran día . Gracias señor. Por eso estoy contento, hoy para que usted disfrute, perdone por el tiempo que le robé señor".
El caballero le miró con unos ojos entre asombrados e irónicos, sin saber que contestar ante aquellas notas contadas delante de tanta gente en un lugar inesperado para él, aunque no para nuestro bluesman, pues él siempre contaba sus historias en el mismo lugar. No tenía interés en lograr notoriedad sino en denunciar las injusticias de la calle.
Quería hacerle ver señor la facilidad para ayudar que usted tiene. Si tiempo es oro como usted dice. ¿Qué tiempo necesita para dar de comer a estos hambrientos; cuánto , un día, un mes, tómese esas vacaciones y deles de comer. En el fondo lo desea, señor. Hoy es el gran día, pues usted se paró a escuchar mis historias, de la calle. Soy un humilde bluesman sin notoriedad.
Quédole agradecido en nombre de todos por su gran capacidad de comprender las putadas de la vida que recoge el que se equivoca al nacer. Señor usted ha hecho el mejor de los destinos, tómese unas vacaciones, todos lo agradeceremos y a su cuerpo le vendrá muy bien, purificará su alma dormirá mejor."
La muchedumbre observaba impávida aquella escena grotesca, un bluesman oído por un señor. Incluso haciéndole conmover sus entrañas, cosa imposible hasta ese momento.
Respondió: Vente conmigo cantante, te colmaré de las maravillosas cosas de este mundo.
El bluesman siguió rasqueando su bluesguitar para volverle a recordar: "No quiero nada para mí, soy un bluesman sin notoriedad. Pido justicia pues nadie es más que otro, simplemente le cambia el lugar al nacer. Desdichada vida la de los desheredados por un destino incierto. Para mí no quiero nada, estoy muy bien con mi bluesguitar, no pretendo crearle problemas, solamente le recuerdo su buen corazón. En verdad lo tiene solo ha de restar ese tiempo de tanto valor para usted. Con media hora de ese corazón, usted durará un año más y junto a usted todos los desventurados. Los tampones de esta vida, pueden estar en buen lugar pero si lo están será en el peor momento. Y conste que no soy una espina en su trasero. Simplemente soy un bluesman con mi bluesguitar, que reclama justicia para la mayor parte de la humanidad.
Y ahora tenderemos que irnos a cenar. Vamos Bluesguitar y socio, sabueso noble y leal. Le agradezco su tiempo señor. Se que todo este mundo incluido su alma se lo agradecerá.
Dejó de tocar nuestro bluesman, tomó su bluesguitar por el mango asido a su caja, llamó a su socio, un sabueso que parecía saber deleitarse de buena música y confió en el corazón del señor poderoso para que a los sintechos allí cercanos a aquellos más necesitados.
Con sus cuentos pudo hacerles mejores, a aquellos desdichados los sucesivos momentos.
Para sí no quería nada, con sus compañeros y la satisfacción de haber logrado una gran limosna para los desheredados de la tierra, unos momentos del preciado tiempo de los poderosos sentíase satisfecho.
Adiós, hasta luego-- dijo el bluesman. Muchas gracias señor, se hace mucho bien a sí mismo-- le canturreó.
Un día comenzaron a salir grandes notas, alegres notas íntimas de su bluesguitar acompañando unas historias fluyentes de su hondo corazón. Pero distintamente a como otros días , hoy eran palabras alegres, estaba contento nuestro querido bluesman.
En la esquina estaba tocando su música reluciente cuando un asiduo transeúnte de aquel lugar paró su caminar al cruzar delante de la fuente melódica para en uno de los momentos de silencio, corto silencio, entre notas y palabras acertó a preguntar a nuestro bluesman: ¿qué ocurrió para lograr imprimir esa alegría en sus siempre melancólica músicas sinfónicas o lo que sean?.
Entonces con redoble creado para la ocasión con las puntas y tacones de sus botas, cambió el ritmo y tono de su bluesguitar. Cantó entonces para deleite de la muchedumbre allí aglutinada, por haberse parado hombre tan importante a charlar u oír a un pobre bluesman sin notoriedad; y díjole las más hermosas palabras.
Su bluesguitar vibró con sonido claro y desgarrador para acompañar el cantar que decía : " Hoy es un gran día, hoy es especial llegará seguro un gran señor para escuchar mis cuentos, cuentos históricos, de la calle de esa calle que él no pisa. Hoy es especial, hoy el día en el que se fijará en las notas de mi bluesguitar. Hoy es el día. El señor preguntará, para no importunarle le cantaré, le contaré la historia más bella de la calle, pues soy un pobre bluesman sin notoriedad, pero la dignidad de las personas no se miden por su apariencia sino por su interior, sus acciones. Hoy el gran día . Gracias señor. Por eso estoy contento, hoy para que usted disfrute, perdone por el tiempo que le robé señor".
El caballero le miró con unos ojos entre asombrados e irónicos, sin saber que contestar ante aquellas notas contadas delante de tanta gente en un lugar inesperado para él, aunque no para nuestro bluesman, pues él siempre contaba sus historias en el mismo lugar. No tenía interés en lograr notoriedad sino en denunciar las injusticias de la calle.
Quería hacerle ver señor la facilidad para ayudar que usted tiene. Si tiempo es oro como usted dice. ¿Qué tiempo necesita para dar de comer a estos hambrientos; cuánto , un día, un mes, tómese esas vacaciones y deles de comer. En el fondo lo desea, señor. Hoy es el gran día, pues usted se paró a escuchar mis historias, de la calle. Soy un humilde bluesman sin notoriedad.
Quédole agradecido en nombre de todos por su gran capacidad de comprender las putadas de la vida que recoge el que se equivoca al nacer. Señor usted ha hecho el mejor de los destinos, tómese unas vacaciones, todos lo agradeceremos y a su cuerpo le vendrá muy bien, purificará su alma dormirá mejor."
La muchedumbre observaba impávida aquella escena grotesca, un bluesman oído por un señor. Incluso haciéndole conmover sus entrañas, cosa imposible hasta ese momento.
Respondió: Vente conmigo cantante, te colmaré de las maravillosas cosas de este mundo.
El bluesman siguió rasqueando su bluesguitar para volverle a recordar: "No quiero nada para mí, soy un bluesman sin notoriedad. Pido justicia pues nadie es más que otro, simplemente le cambia el lugar al nacer. Desdichada vida la de los desheredados por un destino incierto. Para mí no quiero nada, estoy muy bien con mi bluesguitar, no pretendo crearle problemas, solamente le recuerdo su buen corazón. En verdad lo tiene solo ha de restar ese tiempo de tanto valor para usted. Con media hora de ese corazón, usted durará un año más y junto a usted todos los desventurados. Los tampones de esta vida, pueden estar en buen lugar pero si lo están será en el peor momento. Y conste que no soy una espina en su trasero. Simplemente soy un bluesman con mi bluesguitar, que reclama justicia para la mayor parte de la humanidad.
Y ahora tenderemos que irnos a cenar. Vamos Bluesguitar y socio, sabueso noble y leal. Le agradezco su tiempo señor. Se que todo este mundo incluido su alma se lo agradecerá.
Dejó de tocar nuestro bluesman, tomó su bluesguitar por el mango asido a su caja, llamó a su socio, un sabueso que parecía saber deleitarse de buena música y confió en el corazón del señor poderoso para que a los sintechos allí cercanos a aquellos más necesitados.
Con sus cuentos pudo hacerles mejores, a aquellos desdichados los sucesivos momentos.
Para sí no quería nada, con sus compañeros y la satisfacción de haber logrado una gran limosna para los desheredados de la tierra, unos momentos del preciado tiempo de los poderosos sentíase satisfecho.
Adiós, hasta luego-- dijo el bluesman. Muchas gracias señor, se hace mucho bien a sí mismo-- le canturreó.
EL BLUESMAN
Una demostración sublime del buen escribir entre sombras directamente proporcionales al tamaño del corazón de quien escribe...como éste Bluesman con su bluesguitar que planta cara al miedo y clarifica,deja nítido el aislamiento del mundo y sus necesidades.
ResponderEliminarLo escucharía el señor de verdad?
Lo dudo...mientras escuchemos la música de John Lee.
Un beso.
Ritmos cadentes
ResponderEliminarIncrescendo
De llantos transformados
En risas
Nítidas esencias desperdigadas
En campos
De acogida con manos y ojos sensibles…
Bsts.Chucuchú preferido, Uka gracias.