Borrón y Cuenta Nueva.

Borrón y Cuenta Nueva.

Día tras día, noche tras noche, pelea sobre pelea, pura contrariedad. Licuefacción de hielos sempiternos. Caídas de árboles milenarios, madera quemada de sus entrañas. Cuidador, defensor de la naturaleza reconvertido en leñador. Econaturista  revestido en cazador de especies protegidas, es bien claro, control cinegético, claro. Pero los cazadores los mismos, los de pelo en el poncho, los del traje de cuadros.

Suena el despertador. Otro día. No, no es un día cualquiera. 

Es el día después. Borrón y cuenta nueva. Borrador sobre el encerado enmarañado de fórmulas sin resolver, de citas de poetas incomprendidos, de escritores malditos por dejar láminas impresas en las mentes de sus coetáneos.

En la estación silba el nuevo artilugio, pasa sin parar, es de alta velocidad, dicen. El otro también se marcha. El reloj marca las trece y trece, como si fuera un mal augurio. 

Un instante en el tiempo queda, marcada para la superstición.

Caminas de frente, cara alta, gafas oscuras, pelo suelto al viento, sin mirar atrás, sin tan siquiera de soslayo. Aunque la cinta se empecine en restar pasos a tu sendero, para que desandes lo andado. Ya no hay vuelta atrás. El cartel quedó tachado, inexistente para el recuerdo. 

Aprietas el paso y la cinta se rinde, ya no puede seguirte. Una sombra álgida te acompaña. El astro rey brilla en el cenit, calentando tu rostro agradecido.

Una vez más, aparecen letras y letras tras reunirse y formar palabras. 

A veces incomprendidas. Hasta doscientas veces repetidas. Y otras doscientas que llegarán. Pues el gusanillo de marcar pautas y decir lo que algunos no quieren oír ya es suficiente. 

Si además calan en receptores de mensajes vedados para ojos necios. Qué poder hacer. Pues eso.

Hacer borrón y cuenta nueva. 

Mañana otra vez sonará el ring del despertador y a caminar…gracias, thanks, terima kasih, köszönöm, dankzij, ευχαριστίες, obrigado… Y tantos otros que se quedan en el tintero, pero que no son menos importantes.