Para l@s fatu@s
Cuando observas la altivez con que trata a sus semejantes. Cuando le ves ningunear al resto de los mortales. Cuando reparas en la petulancia con que se dirige a sus compañeros.
Utiliza su jactancia cada vez que puede frente a sus afines. En definitiva cuando demuestra su mediocridad, su simpleza y su origen. Si hubiera aprendido de la experiencia de la vida, si hubiera anotado sus aciertos y errores. Vamos si se hubiera educado. Sí educado, pues educarse es tomar y recibir de los demás las enseñanzas. Pero no, es mediocre. Como alguien dijo de Paquito o de Benito: es un gran mediocre. Si no lo fuera tendría la grandeza de reconocer sus errores. Pero entonces sería un sabio. Aquel que pregunta mil veces para ser aleccionado.
No el ignaro que se cree protegido en su propia inopia. Nunca preguntará si no puede lucirse. De ahí su atrevimiento. Pero que se le va a hacer, si el fallo está en su falta de materia creativa. Es más sabio el humilde que no se jacta ante otros. Sobre todo cuando sus principios fueron sumisos. Se sabe que el temperamento es algo que suele apreciarse mucho en los animales. El hombre dice llamarse así, entre otras cosas por haber sido capaz de domesticar esta faceta de su condición natural.
Qué vas a hacer cuando vayas en su busca y te rechace. En vez de hacer bandera de tus logros. Reserva tu fuerza para los enemigos. Y no serán de fuera. Estarán dentro de ti. Véncelos. Reconócelo y lucha.
Recuerda que el pan al hombre es su energía. Y un sabio dijo que ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Igual que el hambre.
Piensa, camina, disfruta de míster “mano lenta” y su dedicatoria a los fatu@s .
Alivia tu mente, LAYLA.
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