lunes, 27 de diciembre de 2010

Airolg…AirGlo…Gloria…

Airolg…AirGlo…Gloria…
Ofrecías salvación, y apenas tenías que comer, pero tus apariencias marcaban estilo, nadie diría que estabas por debajo del nivel de pobreza de los estudiosos. Pero dabas y no pedías.
Eras el iluminado para otros, eras el loco para muchos, todos te mantenían lejos, una cierta distancia es buena, solían decirte.
Mueca al canto y respuesta concienzuda, bueno pues a mí qué.
Ni el niño mimado de dios se dejó matar por mí, ni los otros son culpables de haberlo matado porque me haya chivado, pues las monedas de plata no eran importantes en mi talego.
Las ideas comenzaron a plasmarla en unas manipulables hojas en blanco, sin percatarse que era la mejor manera de poderlas eliminar todas juntas. Siempre se habían trasladado en las mentes de los viandantes, de los caminantes perdidos por el mundo. De boca en boca, es cierto que las cabezas eran más caras de reponer que las páginas incineradas.
Las nuevas formas se imponen, y dicen que serán las que eliminen la cultura, uys, uys, será cierto lo que los agoreros de cuello almidonado preconizan o será que les temen a que incineren las amontonadas y llenas de carcoma de los estantes de sus bibliotecas, será que no ganan sin pensar. Será que se cansaron de mover el intelecto y ahora quieren sodomizar el duodeno, será que les ha llegado el tiempo de ejercer de devoradores de gambas blancas y no pueden tomar las níveas hojas sin mancharlas con el aroma de fluidos tan parecidos a la de falta de petróleo de bajos de algún@s.
Viniendo por la calle veía a un titiritero haciendo de astronauta plateado hasta los interiores de las retinas, pero claro ese no tiene copirrai, tendrá sólo loquecoja de la gorra…pero a ese que le den, quién cojones le habrá dicho que es un artista, para eso ha de tener una silla numerada en la Demia de Acá por lo menos.
Mundo lleno de gloria, me decía Gloria cuando veníamos de gloria por las aceras, subiendo y bajando por la peatonal, sin atascos más que de dicharacheros y músicos de bailes de los cisnes en la calle y gorra en el suelo, echen s’il vous plait. Parece que estamos en la gloria, me repetía una y otra vez Gloria. Aquí escuchamos la mejor música, nos obsequian del mejor teatro del mundo, nos enseñan las miserias del cosmos civilizado y del otro, vemos persecuciones policiales como en la tele, y hasta el mendigo con el tintorro en las manos sonríe cuando nos ve saltar, 
llenando el espacio circundante de colores a golpes de papeles tintados de nuestras locuras.
Y además tras el objetivo el fotógrafo dice que las cosas son bellas, no porque lo sean, sino porque pueden hacerse para que así se vean. Demostrando como hasta una mutilación puede pasar desapercibida y solventada con grandes dosis de curvas perfectas.
No pude más que contestar, esto es la gloria, Gloria.

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