…No le llenaba lo que veía, pensaba que las mejoras iban demasiado lentas. Tomó la decisión de juntarse con unos amigos, todos los viernes en una taberna de las que parecen creadas para confabular, como la de los cuentos de Dickens. Está claro que simplemente charlaban, pero los temas del boca a boca iban surgiendo.
No se sabe quien se le ocurrió nombrar. Por qué no creamos una alternativa. Una alternativa, nosotros. Pero quienes somos. Nadie, somos personas llenas de ideas y con ganas de dejar de ver siempre como los mismos son los que se ceban y los mismos los que perecen para cebarlos. Es una buena idea, diría otro. Los viernes se convirtieron en reunión obligada, se anotaron nombres, se invitaron a posibles personas interesantes para la causa que se estaba fraguando.
La forma estaba reglada, decidieron entre todos quienes formarían el cartel que presentarían a los ciudadanos. En el camino se quedaron muchos buenos pensadores que se limitaron a dar ideas, pero prefirieron no entrar en política. Algunos argumentaron que las circunstancias obligarían muchas veces a tomar decisiones muy fuertes y no veía la homogeneidad en el grupo como para soportarlas. A ver notaba demasiados vientos discordantes. Lo cierto que el cartel se presentó, y sorpresa. Dada la apatía de los ciudadanos por los políticos situados hacía años, sea como castigo hacia éstos, fuera por la ilusión que despertó un tan variopinto del elenco electoral, consiguieron una mayoría simple.
Empieza la guerra, juntas, reuniones, acuerdos, hay que formar gobierno y hay que pactar para dar estabilidad. Nadie quiere arriesgar a no poder hacer nada con las manos atadas. Los unos tiran del manto hacia sí, los otros hacia allá. Lo cierto que se llegó a un acuerdo antinatura. Mezcla de curritos, con estudiantes, con conservadores terratenientes, de hijos de herencias bestiales. Pero todo eso no fue impedimento para que el día de su nombramiento como gobernador se jactara de su procedencia y la grandeza de este nuevo sistema político, que le brindaba la oportunidad a un desarrapado llegar a gobernar. Los días dieron fruto a los meses, los aprietos y peleas, las luchas entre compañeros, por el hacer.
Olvidaban poco a poco, para qué entraron allí. Todos empezaban a hablar de qué día el banco ingresó, cuánto ingresó. Las dietas son pocas, vamos a subirnos los sueldos. Porque aquí trabajamos como bestias y ganamos apenas tres veces lo que gana uno currando en trabajos para mortales…
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