El Antihéroe.
A ver, a ver, como os lo describiría. Era ese muchacho sanote, lleno de inquietudes. Muy inteligente, de esos que nacen en una familia humilde, más bien cuando nació, pobre. Desde que nacen tienen que ver la miseria de cerca. Jugar en calles de barro, donde corre por el centro las inmundicias de los barrios altos. Convivir con esto le hace plantearse, aplicar todo su privilegiado cerebro para salir de allí. Y sacar a los suyos, pero además acabar con esas situaciones infrahumanas que existen en su ciudad, aún hoy en el siglo xx. El desarrollo no ha llegado a todos sitios por igual y él lo sabe de cerca. Lo ha vivido en sus carnes, ha visto como su madre enviudó pronto, tuvo que rehacer su vida con su padre. Vivir de las miserias de los hacendados. Juróse que nunca más permitiría eso en su ciudad.
Él rascaría de los libros toda la sabiduría de los mayores genios, de ellos aprendería el cómo, observaría a los mayores, analizaría a los poderosos, para aprender dónde tienen su punto débil y poder vencerles con convencimiento. Idear una estrategia que sin enfrentarse al elefante pueda hacerlo partícipe en su trabajo, y repercutiera en el beneficio de todos. Estaba más que harto de ver y pasar calamidades mientras otros tenían la tripa como barril de los de la bodega, donde solía jugar al escondite. Mientras esperaba a ver si le encontraban, él miraba los barriles y al salir, el señor Damián, parecía le iba a reventar aquella impresionante barriga que portaba, siempre le restregaba: tú rufián, serás más perro que tu padre, a ver si te cojo mozalbete, mala rata. A él se le encendía los carrillos y se marchaba a casa llorando, dejando el juego para sus amigos, no podía retraerse de pegarle dos pedradas a la masa de cebo andante.
Pero una vez lo hizo y sus padres le zurraron canela en rama, y lo humillaron obligándole a pedir perdón, y soportar el cocotazo del cabronazo ese. Se juró a sí mismo que se las pagaría.
Sus padres le reconocieron la buena voluntad y el coraje pero no podían permitir que escupiera en la mano que les daba de comer, si aquello era comer.
Por dios, juro por dios que seré el más aplicado en la escuela, este tío me besará los pies antes de que se muera y a mis padres.
Su adolescencia estuvo marcada por buenas notas, las más altas del colegio. Cuando tuvo que tomar la decisión de seguir estudiando para tomar una carrera, debió de ingresar en el seminario. Un maestro que sabía cómo iba todo, y tenía contactos influyentes en el obispado, le facilitó su ingreso y estancia. Su contraprestación a cambio, no olvidar para qué entró allí. Para formarse, dejar después los curas antes de la ordenación y no olvidarse nunca de dónde salió.
Dedicar su inteligencia y el esfuerzo que todos estaban haciendo con él. Para que la sinergia fuera en beneficio de los más desfavorecidos de la sociedad. Así se lo juró a sí mismo. Así se lo hizo prometer D. Matías, el maestro que le quería como el hijo que no tuvo. Le dio todas su sabiduría y se jugó mucho en aquellos tiempos de privaciones para que llegara lo más alto posible. Donde sus decisiones pudieran repercutir en la mejoría de las clases más desprotegidas…
Cuantos Antiheroes no se han quedado en el camino en la epoca de nuestros padres Santiago, por no poder demostrar lo que realmente valian estudiando...
ResponderEliminarPor cierto, temazo de M Clan...¡que pasada!... Sabes, solia escucharla en los dias de tentadero para venirme arriba cuando te pegaba la bajona... "tengo problemas sin resolver" buah que bueno...
Un saludo Santiago.
Es posible que de estos
ResponderEliminarMuchos se quedaran por detrás.
Si terminaste la historia
De los otros, también
Algunos mas hij…p…
Que otros…
Pobres mediocres…traidores a su estirpe.
Un abrazo, Gracias Marín