El líder.
No hacía nada para serlo, era simplemente porque los otros lo eligieron así, era algo natural que saltara cuando todos gritaran y él supo estar callado hasta que llegó el momento adecuado de hablar, los demás se dignaron con su presencia y punto.
El partido comenzó, a elegir, todos lo querían favorecer, él sólo se limitó a preferir observar para con ello aprender, decía.
En la escalada al monte todos querían llegar antes de forma desaforada, sin plantearse la dosificación de sus fuerzas,
cuando después de mucha observación supo que podría llegar antes que los otros se decidió a tirar y dejar atrás a los más osados que cayeron destrozados por su temeridad. No habían sopesado que primero se necesita aprender para poder conseguir lo que se puede. Y ello se explica en el reparto cualitativo no en el cuantitativo.
Si en otra ocasión, aprendió que no podría superar a todos, se dedicó a disfrutar con el espectáculo y sacar el beneficio del mismo, estudiando qué arma elegir. Otra vez será.
En sus conversaciones siempre utilizaba su tiempo y presencia en mayor cantidad de ocasiones en escuchar y entender antes de siquiera opinar.
Si además podía dejar ésta, para cuando fuera pedida pues mejor que mejor.
Sin ser fuerte y atlético, demostraba ser superior a los otros. Nada hacía para conseguirlo, el aura le había sido impuesta por los otros, por ello lo consideraban ele elegido.
Él por su parte sigue, aprendiendo a cada paso que da. Toda mota de polvo lleva un mensaje escrito, sólo hay que querer interpretarlo.
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