Hoy sólo quiero caminar.Contigo.
Acercándome noté un influjo, un magnetismo que me hacía no poder dejar de estar allí. Volví la cara y de soslayo la vi. Había soñado vivencias como ésta. Ella con todo su porte extendido cuan pavo real, engalanada en su sencillez, altiva, majestuosa como en el firmamento osa polar. Mis ojos buscaban un atisbo de llamada, no la había. Podría esperar a otro, pero esas mariposas en mi estómago me decían, que no. Esas cosquillas removiendo mis adentros marcaban su dirección, mis ansias marcaban su dirección.
La había visto pasear, abrir camino al pasar entre gentíos de admiradores, su porte denotaba majestuosidad, cuan criada entre ungüentos de perfumista excelso, su lozanía marcaba estilo, creaba barreras ante inocuos adeptos, cuan diosa.
Levantó su mirada, un solo instante, el instante, el momento. Allí estaban mis ojos, esperando desde siempre, los mantuve, los mantuvo, una energía, sólo comprensible entre quienes la sienten, rugió como hembra herida tras el alumbramiento. Intensidad, dolor, pero cuánta satisfacción. Me prendí.
Muchos ratos pasaron antes de una segunda mirada, pero fue la definitiva. Lanzándome hacia ella, con mi caminar indeciso, pero firme, me acerqué hasta dos palmos de ella. Sonrió, levantó pausadamente sus ojos, perlas turquesas bañadas en miel, tuve la certeza que había descubierto mi tesoro.
Puedo hacer algo por ti, caminante, dijo con una voz danzarina, sonriendo y levantándose del poyo donde estaba recostada. Sus ojos ahora estaban a un suspiro de los míos. Tenía la sensación de que iba a decirle todos mis pensamientos juntos, pero mi asombro de verme allí a su lado, de sentirla titilante siempre, ahora tan clara, tan firme. No encontraba palabras. Una melodía surgió de su boca entreabierta. Un paseo de gracia te concedo, si deseas, caminante, hoy quiero caminar contigo.
Sólo veía en rededor mío una maraña acuosa, una neblina agradable, cálida, mi subconsciente me hacia preguntas mil. Estarás soñando, jeje.No puede estar pasando, es tu sueño, jeje. Sí, es mi sueño, sí es mi sueño. Ella camina junto a mí. Tan emocionado estaba que le contesté a mi subconsciente en voz alta. Ella sonrió más pronunciadamente, me decías algo, se rió. No, no, no, perdona es que, uau, es que… no sabía qué decir.
Bueno espero que sea de tu agrado mi compañía en tu paseo, te veo caminar siempre, como observas, como anotas, como piensas, como me miras…
Aahh bueno, perdona, no yo no, bueno es que…
No debes de ser tan tímido, me gustas también a mí. ¡Si!, no puede ser. Lo es. Pero yo soy un pobre caminante, sólo camino… y aprendo…
Eso no es poco, además hoy sólo quiero caminar, contigo. Pero mañana espero hasta logremos un fluido conocimiento de nosotros, habremos de destapar esa energía que sentimos, a ver a qué es debida…¿tú también la sientes?, uau es que… vaya, vaya y me sonreí, entonces esto será grande…ya verás.
Así lo creo también, por ello me decidí a que habláramos, te siento especial caminante, uau es que…No le salía otra cosa…
Les vieron pasear, sentarse juntos, muchos días, muchos meses…cuando decidieron poner en conocimiento su relación los únicos asombrado fueron ellos, pero porque todos habían dado ya por hecho algo tan claro…
Los días fueron meses y estos años…hoy día se les sigue viendo caminar juntos, de la mano, conversando y riendo…
De los senderos que de nosotros nada saben, nosotros sabemos que es mejor mano firme que soledad desorientada, la conversación y la sonrisa que el tropiezo de la conciencia despistada, gracias por mostrarme este cuento, quisiera disfrutar de mas tiempo para poder escrutar todos los rincones de esta casa, abrazos Santiago.
ResponderEliminarUna simple forma
ResponderEliminarcomo otras mil
de mostrar, la belleza de felicitar
un Feliz Día...
Bsts. Carmen.