miércoles, 12 de mayo de 2010

Siempre.

Siempre.





Despunta la mañana. Otro día. Gracias. Por ver luz penetrar por las rendijas entreabiertas de mi ventana. Por el azote fresco de la mañana, al abrirla. Por concebir el escalofrío de sentir, de vivir.




Otro día vamos a emprender la marcha monótona, agenda apretada pues somos masoquistas. 
Creamos necesidades alrededor nuestro, sus obligaciones conlleva, ficticias. Sustraemos ese tiempo precioso, ese disfrute del roce matinal con esa piel amada, ese juego cariñoso, esa palabra romántica en desuso por la rutina, traidora. Todos la esperamos, esa sorpresa de decirle, siempre estaré contigo. Uys, querrás algo. No, no quiero nada, bueno eso. Que siempre estés conmigo.




No puede ser, un camino adusto todo nuestro tránsito para llegar a un páramo,y dejarnos arrebatar lo más ansiado. Tuvimos que desgarrarnos las uñas, destrozarnos los pies recorriendo distancias insalvables, a primera vista, superadas. No puede haber un triste páramo de incomprensión y muerte, un abismo por donde despeñarse en esa cúspide, tan anhelada, tan sacrificada de alcanzar, tan escrutada. El traidor miedo fastidioso, desganado y ruin, no logrará atenazarnos el corazón. Muy duro fue encontrar el valor de atrevernos a conseguir la estrella inalcanzable, para dejarnos arrastrar a ese despeñadero. Hemos de conquistar la fundición esencial de nuestros seres. 
Para transitar el retorno asidos de la mano, encorvando nuestros cuerpos por la llamada de la gran diosa. Con un solo espíritu, un solo sentimiento intercambiable en nuestros cuerpos duplicados en presencia y unidos en esencia.




Siempre, no es casi siempre. Es rotundo el laudo. No permitiré la decoloración de tus mejillas. Regaré diariamente, momento a momento ese jardín de la alegría que plantamos juntos. Sí, soy humano y es posible a veces pueda parecerte dejo en el saco del olvido, tus mimos, tus cuidados. Ahí debes de recordarme tú, una mirada cómplice, esos ojos anhelantes serán suficiente invocación. Mis dedos se tornarán de laurel, cuan diosa se merece. Tus susurros serán cantos de sirenas. Déjame llevarte en volandas hasta la puerta del edén.




Quiero poder observarte cada día en tu lecho mientras sueñas. Sentir tu respiración, tu jadeo, tu aliento cercano, poder revolver tu pelo. Transmitirte mi calor, mi deseo, mi adhesión incondicional. Hacerte estremecer en tus fueros. Palidecer cuando te dejes llevar, sin miedos, pues confías en el asidero que te proporciona mi proximidad.




Quiero las tormentas, los rayos tronar, las lluvias amenazar inundaciones, para hacerte sentir segura, para ser tu héroe. Quiero seguir soñando, con los ojos abiertos. No quiero cerrar los ojos. Temo el despertar, y todo haya sido un cuento del mundo onírico. No quiero cerrarlos hasta completar la lección de nuestras vidas.




Siempre, es siempre, no es casi siempre. Y estaré. A tu lado.







En este enlace podéis pinchar si queréis seguir la publicación de los textos del libro SALPICADURAS .
Ya tenéis los cinco primeros  relatos completos,
pronto el sexto.
EL PILAR DE LA MEDIA LEGUA.


con las ilustraciones de
José L. Martínez REBOTE.





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