Armas.Almas.
Erre que Erre. Ele que Ele. Si fuéramos chinos importados hasta las nombraríamos igual. Su confusión debe de tener parte de la culpa de que tantas veces se hayan, se siguen y seguirán mezclando.
Desde que las energías tensionaron el carbono tanto para que explotara en una sucesión de situaciones, como mínimo, curiosas. Aquella movida del renacuajo que reptaba hasta hacerse un precioso lagarto, y cómo notó la utilidad de las manitas para quitarse la cerilla de los oídos. Estirando su cuerpo para colgarse de los árboles, para librarse de las armas de los depredadores, pobres almas. Cuando hubo recesión en los arrastrados, bajaron de nuevo, pero ya estaba de moda la moda. Así fue como se acicalaron, irguieron el mentón, y se inventó la estética. Tú eres más feo, yo más guapo. El primero sacando su arma eliminó al segundo, bella alma.
Terreno, más que eres capaz de recorrer en tu efímera vida. Alimentos, la naturaleza brinda más de los consumibles por todas esas almas. Pero no, yo no quiero otro plátano, el mío es ese, el tuyo. Cabrona de serpiente, qué le pondría a la manzanita de marras. Desde entonces ningún alma disfruta a menos que use su arma contra el que no ama. Bien, parece que encontramos una solución. Y si quitamos la letra liante del mandarín. Sí, es muy fácil.
El del arma, la quita. El del alma, no tiene problema en obviarla. Y a partir de ahí simplemente se AMA.
Verdad que sería una sorpresa. Sí pues aunque es una sencilla solución. Nadie, y digo nadie, la quiere con todas sus fuerzas. Ni los españoles con su evangelización, civilización. Tú, ama al alma o mi arma te ama a ti, decían a los inocentes indígenas. Los pobres apenas sabían mandarín, lío seguro. El indígena ama a el alma del soldado, éste arma contra la indígena, si no lo ama.
Desgraciadamente, cuando se aprende a decir, suena mucho más fuerte la errrrre, que la humilde elllle.
Igual de ahí nos viene la utilización mayoritaria del arma para solucionar problemas del alma con quien nos ama.
Todo debe ser por falta de claridad en los intercambios de fluidos corporales, cuando fluyen el alma supera al arma. Así pues, Chinga más, maniiiito.
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