Fistofé.(Vii y Final).
…El alarido de Fistofé heló el círculo donde forcejeaban arma en mano todos los presentes, su desgarrador grito, como un animal herido en sus momentos de expiración, paralizó la lucha. Todos desistieron de batallar y volvieron su mirada hacia el lugar donde estaba Fistofé, con el cuerpo de Belle entre sus manos. Manos chorreantes del fluido caliente brotado del dócil cuerpo de la más inocente de las criaturas.
No os dais cuenta a donde nos han llevado, estas arpías en sus fratricidas luchas de poder. Parad ya, no vended vuestra vida por un mendrugo de pan, les gritó a los hombres de la condesa y a los soldados del juez.
Son ellas quienes deben de pagar su culpa, con sus vidas. Les gritó Mefistófeles.
Un susurro dulce interrumpió los alaridos de Mefistófeles, alejando su espíritu diabólico para dar llegada a Fistofé, con una sonrisa forzada. No luchad más, musitó Belle en un hilo de voz. Ellas tendrán una segunda oportunidad, no se les privará del bien más preciado que tenemos, la vida. Que se las conmine en obediencia y recogimiento, y se le condene a distribuir y ayudar mis bienes a los habitantes del bosque. A los Viunos, preguntó Fistofé.
Sí a ellos se les reubicará en la ciudad, y de las manos de ellas, saldrá la ayuda, donde antes infringieron dolor.
La mejor penitencia será desarreglar el daño hecho.
Además como heredera y nueva condesa de Wheatfields no me vais a negar hacer lo que me venga en gana con mis bienes. Hubiera sido el deseo de mi padre.
Todo ello, si el juez aquí presente se hace cargo de los trámites y no tiene inconveniente.
El juez torciendo el gesto dijo, por una vez, y dado que la más perjudicada, o sea Belle, hija del asesinado, lo pide. Creo que podemos hacer la justicia, más justa y menos vengativa. La penitencia propuesta por Belle será más beneficiosa para todos y no vencerá la ley del talión.
Mefistófeles, quedó enrabietado con el dictamen. Yo las hubiera decapitado, para que la inquina que llevan en sus estómagos no se le subiera más a la cabeza.
Fistofé, Fistofé, debes de alejar de tu corazón ese ángel diabólico que a veces te pierde. Ahora que vas a ser, junto con tu amigo Marcial, mi hombre de confianza, debes de ser ante todo justo y benevolente. Le dijo Belle, sonriendo. Pero yo, yo no soy digno de tal honor, repuso Fistofé.
Tú eres tan digno como cualquier otra persona poseedora del corazón limpio que llevas. Debes únicamente dominar la furia que te fluye cuando ves cometer injusticias de los vigorosos contra los débiles.
Y ahora manos a la obra, por parte de todos, tenemos mucho que trabajar para mejorar, construir y reasentar a todos los parias del bosque.
Belle besó delicadamente la mejilla húmeda de Fistofé, que fluía de felicidad, simplemente agachó su cabeza, y murmuró en un sollozo, Graaaciaaas…
A veces no hay otra salida que esa furia. Y las penitencias, ay, amigo, ya sabes, vivimos en el mundo del ojo por ojo.
ResponderEliminarAbrazos.