La Decisión del Anarquista.
Le pusieron delante dos acérrimas enemigas: La Traición y La Libertad. Le dieron? A escoger. Si sigues el camino de la primera conseguirás la segunda.
Fue arrestado en un tumulto. Donde él no debía de estar, pero estuvo. Lo marcaron como posible interviniente en la protesta. Le vieron cerca en el peor momento. Él tenía coartada, pero desvelarla era poner en un aprieto a sus Amigos. Podía delatarlos, como hubiera hecho algunos de ellos, caso contrario, pero no lo hizo.
Estuvo con ella. En su cama, disfrutando el uno del otro. Estremeciéndose con las mutuas caricias, con los intensos besos.
Ella, su hija. No eran de la misma clase social, ella era hija de juez. Él, un hombre libre, sin ataduras con nada, ni con nadie. Pero ella se cruzó en su camino. Un día como otro cualquiera, en la plaza junto a un puesto de libros. Ya estar cerca de ese puesto era peligroso. Para los gendarmes, ese puesto olía peor que el del pescado. Olía a anarquistas, a revolucionarios, a gente de mala ralea. Tenían que tener vigilados a todos los que se acercaran por allí, bueno a casi todos. Ella hija de un juez, joven, seguro se le pasaría esas ideas de mezclar lo inclasificable. Cómo se le ocurría codearse con esa chusma, ella una señorita bien, bueno ya se le pasará, se decían. Mejor no decir nada al juez.
Pero se miraron, se acercaron, se chocaron y ella le buscó. Hablaron y ella sintió su deseo. Él, temeroso al principio, quiso anunciarle sus diferentes clases. Pero ella le facilitó el camino, dando por entendido que lo sabía, y no le importaba. Sus caminos estaban juntos ya, pero siempre ajenos a las miradas de los demás. Era su secreto y en ello les iba su relación, además de seguro, la vida de él. Lo sabían y aunque lo temían, no les importaba.
Él tomo el recorrido equivocado. Se encontró de frente contra los manifestantes que corrían en su dirección. Los gendarmes a caballo los espoleaba y tuvo que correr con ellos. En el cierre de la calle, aparecieron más gendarmes armados, hubo lucha, sangre, muertos y heridos. Cuando despertó se sentía magullado, le dolía todo el cuerpo. Estaba atado a una silla. Una luz cegadora frente a su cara. Y cuatro enormes individuos gritándole. Algún que otro golpe caía sobre su machacado cuerpo. Interrogatorio inmoral, así como vano, pues le conocían y sabían que él no delataría a nadie. Pero claro ellos trabajaban para los señores y tenían que probar sus artimañas contra un hombre indefenso, atado a una silla. Debían de responder ante quienes le echan de comer. Pues la única manera de alimentar a las hienas, a los buitres y toda esa tribu de bestias.
Pues te haremos cantar, nos vas a poner por escrito todos los nombres. Ya que eres tan leído, tan docto, no te será difícil. Si eliges el camino bueno serás libre, pero si no, pues las uñas no sé si te servirán para arañar a esa muñequita con la que te juntas…
Malditos, si a ella le hacéis algo, juro por lo que más quiero, que desearéis no haber nacido…
Los herederos de la anarquía
ResponderEliminarhoy son los mismos que llevan
almas cargadas por la injusticia
para ganar esta guerra.
¿Quiénes son los buenos?
¿Quiénes son los malos?
¿Quién es el mejor?
Ya no importará
cuando la injusticia,
cuando la violencia
puede corromper la sociedad.
¿Adónde iremos con esta farsa
si los jerarcas apestan?
Ya no es posible creen en nadie,
hoy la confianza está muerta.
Y los funcionarios
con sus mercenarios
nos manejarán,
nos traicionarán.
Huelo la anarquía,
que todos los días
crece un poco más en mi ciudad.
Una vejez sin dignidad
queda muy mal, ché, sociedad.
No puedo ver a esos pobres chicos
que mendigando nos piden
muchas más cosas que una moneda
para poder ser felices.
Y los ignoramos,
y nos escapamos.
No les damos más
posibilidad.
Ellos son los hijos
que de la anarquía
sobrevivirán en la ciudad.
¡¡BESITOS¡¡
Que seguimiento más lindo
ResponderEliminarque me haces.
Así no habría anarquía.
Pero bien cierto que si no
entonces la semilla está
en buena tierra
para que germine.
Un mordiente.ROMA
¡Terrible! Aunque parezca mentira, casos idénticos y peores los vivimos en Guatemala durante la Guerra sucia que durá 36 años. Mi libro: "Lágrimas de Cocodrilo" es un testimonio de esa lucha sin cuartel. Ahora mismo con tu relato me hiciste revivir aquellos años de sangre.
ResponderEliminarMe gustó mucho relatado con tal vivencia, que quizás no dudo que fuera realidad.
Un fuerte abrazo querido amigo.
Como bien dices, realidad por tan repetida, tristemente
ResponderEliminarSean las mañanas en las que queden éstas en el olvido
Sean historias, no más, se pierdan en el olvido
Por no acontecer nunca más…
Gracias Pluma…Es un placer verte siempre…Bsts.